El pasado 4 de mayo, una ceremonia que ha causado polémica nacional tuvo lugar en San Pedro Cuitlapán, comunidad indígena del municipio de Tlacoachistlahuaca, Guerrero. Se trató de una boda simbólica entre dos menores de edad, presuntamente de 12 años, celebrada bajo las costumbres locales, pero al margen de la ley.

En videos difundidos en redes sociales se puede ver a los niños vestidos como novios, rodeados de familiares y adornos con la frase “nuestra boda”, mientras uno de ellos incluso ingiere bebidas alcohólicas. Aunque el evento no fue registrado legalmente ni avalado por el Registro Civil, generó una ola de reacciones que cuestionan si este tipo de prácticas tradicionales deben seguir siendo toleradas.

Roberto Barreto Bohórquez, titular de la Coordinación Técnica del Sistema Estatal del Registro Civil, declaró que no se trató de una boda legal, sino de una fiesta organizada por las familias. Sin embargo, activistas y usuarios en redes han señalado que, más allá del ritual, este tipo de actos perpetúan la normalización del matrimonio infantil.

El matrimonio entre menores está prohibido en Guerrero. El artículo 177 Bis del Código Penal impone sanciones de 5 a 15 años de prisión y multas a quienes incurran en estas uniones.

Aunque algunos sectores defienden estos rituales como parte de su cultura, la pregunta sigue abierta: ¿cuánto más se puede justificar en nombre de las "tradiciones" cuando se vulneran los derechos de la niñez?

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