1.  Se está presentando en redes sociales una polémica generada por la inclusión de una pintura que representa al llamado Caudillo del Sur desnudo, con cuerpo de mujer, usando tacones con forma de pistola, montado sobre un corcel blanco, en la muestra dedicada a la revisión de su imagen, titulada “Emiliano: Zapata después de Zapata”, en el capitalino Museo del Palacio de Bellas Artes.

En los casi 2 mil comentarios publicados y en especial entre los de algunos morelenses, se perciben malestar e indignación por la posibilidad de que dicha imagen elaborada por el pintor Fabián Cháirez -una de 141 que se exhiben en total- se vincule con la defensa de los derechos de la comunidad LGBTTI.
 ¿Por qué no se manifestó tanta incomodidad cuando en la novela “Zapata” de Pedro Ángel Palou (2006) se propuso el tema de la supuesta relación amorosa del líder agrario con Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz? ¿Por qué no se genera el mismo escozor cuando en ciertas obras literarias se ha sugerido que Sor Juana Inés de la Cruz mantuvo una relación lésbica con su protectora?

2. Uno de los mayores triunfos de nuestra época es la LIBERTAD DE EXPRESIÓN y el arte es acaso el ámbito en el que esta garantía se da de manera más fehaciente.
 Tradicionalmente, el arte ha roto los rígidos esquemas de representación de los roles  masculino y femenino (la mujer no sólo en el ámbito del hogar, el varón adquiriendo roles que van más allá de los del “macho”).

 Y en gran medida es gracias a al arte, que los clichés de la educación heteropatriarcal han venido siendo cuestionados.
 Además, en la mayoría de los museos del mundo, se habla de la urgencia de la INCLUSIÓN en las narrativas de los guiones que se visibilizan en las exhibiciones que se montan.
 La violencia manifiesta en la ocultación de otras historias, es cada día más revisada por los profesionales de museos.
 Por otro lado, sabemos que en materia de contenidos, el arte contemporáneo abolió las divisiones entre lo público y lo privado.
 
No dejo de pensar en la distancia que nos separa de aquél momento tan lamentable, del despido del Maestro Jorge Alberto Manrique, después de que se negara a renunciar en 1988, como director del Museo de Arte Moderno por la bronca que se armó cuando permitió se incluyera una pintura del Maestro Rolando de la Rosa (quien por cierto ha trabajado mucho con la imagen de Zapata), en una muestra colectiva, en la que se mostraba a la Virgen de Guadalupe con el pecho descubierto, que aludía a vinculación entre pecado y sexualidad.
 
Sinceramente creo que sí tenemos más libertad de expresión en esta época y un criterio más amplio para con los temas de las llamadas minorías, además de un mayor conocimiento de la Historia del Arte.

3. Por otro lado, de manera paralela a la imagen HEROICA del General Zapata, existe otra que muestra lo contrario.
 Detractores tuvo desde 1911, cuando algunos periódicos capitalinos lo mostraban como un bandolero y un personaje sanguinario que asaltaba las haciendas y asesinaba sin piedad.
 Las caricaturas se encuentran en la web.
 Y el mismísimo José Guadalupe Posada puso a circular una hoja volante denominada “La Jeringa de Zapata”, en la que criticaba sus acciones.
 
En el arte contemporáneo, no es la primera vez que la figura del nacido en Anenecuilco se resignifica generando lecturas alternativas.
 Ya se le ha mostrado en varias exposiciones vinculado a las figuras del Chapulín Colorado (un héroe fallido) y la cultura Punk, por mencionar 2 abordajes polémicos.
 El hecho no debe llamar la atención, puesto que se trata de una figura que por momentos deja de ser histórica para formar parte del ámbito del mito y la leyenda.
 La imagen de Zapata es polisémica.
 De esto han hablado varios autores, entre ellos el profesor Samuel Brunk.

Finalmente, no creo que los morelenses debamos preocuparnos.

 Zapata será siempre Zapata, él ícono de la resistencia, de la lucha por la justicia.

  No en balde contamos con tres museos dedicados a su memoria ubicados en Anenecuilco, Tlaltizapán y Chinameca.

 En los tres municipios se recuerda al líder agrario que buscó hasta el día de su muerte, se le devolvieran sus tierras, aguas y montes a  quienes se mencionaba en los títulos de propiedad.

 La transformación social a que dio pie el Plan de Ayala fue real.

 En Morelos Zapata fue casi un “padre” para los zapatistas, a quienes él protegía, y por eso lo seguían.

 Hoy es en algunos hogares casi un santo, hasta cuenta con su oración.

 FIN.

Por: María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

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