En medio del creciente conflicto entre Irán e Israel, la humanidad enfrenta nuevamente la sombra de una posibilidad catastrófica: el uso de armas nucleares.

A medida que las tensiones escalan, expertos en todo el mundo alertan sobre las consecuencias globales que tendría un intercambio nuclear, incluso a escala regional. Y no se trata solo de la devastación inmediata, sino de un fenómeno aún más aterrador: el llamado invierno nuclear.

Aquí te explicamos de que se trata.

Invierno nuclear - Galapagar

¿Qué es el invierno nuclear?

Este concepto no es nuevo, surgió en la década de los 80's de la mano del reconocido físico Carl Sagan, quien, junto con otros científicos, advirtió sobre los efectos climáticos extremos que podría generar una guerra nuclear. Basándose en observaciones de la sonda Vikingo en Marte, Sagan notó cómo las tormentas de polvo atrapaban la luz solar en la atmósfera superior, enfriando dramáticamente el suelo del planeta. Esta observación sirvió de base para extrapolar lo que podría pasar en la Tierra si se produjera una gran cantidad de incendios nucleares: la luz del Sol sería bloqueada por el humo y las partículas en suspensión, desencadenando un colapso climático global.

¿Por qué es importante saber eso? ¿Qué tan peligroso es?

Lejos de ser una teoría de ciencia ficción, el invierno nuclear es considerado hoy por la comunidad científica como una amenaza real en caso de que se desate una guerra de este tipo.

Paul Ingram, investigador del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge, advierte que:

“aunque muchas personas han oído hablar del invierno nuclear, muy pocas comprenden lo que significa”.

Según Ingram, un conflicto nuclear en el que varias ciudades fueran incendiadas produciría nubes de humo que impedirían el paso de la luz solar, arruinando los cultivos y provocando una hambruna global capaz de matar a más personas que las propias explosiones.

El investigador Epifanio Cruz, del Instituto de Ciencias Nucleares, explicó en 2017 que las partículas finas producto de una detonación nuclear alcanzarían la estratósfera, generando una capa de aislamiento térmico que cubriría el planeta. Las consecuencias serían devastadoras: un mundo sin estaciones, sin fotosíntesis, con colapso de ecosistemas, contaminación de ríos y lagos, y una mortandad masiva de especies.

"Sería una penumbra casi eterna que podría durar décadas", advirtió Cruz. Incluso quienes sobrevivieran al ataque inicial podrían morir lentamente por la radiación residual.

Este escenario tiene un antecedente claro en la historia del planeta: el impacto del meteorito que extinguió a los dinosaurios hace 60 millones de años. Entonces, una nube de polvo cubrió la atmósfera terrestre durante meses, provocando un colapso de la vida vegetal y un invierno climático que transformó radicalmente la biosfera.

En este contexto, la crisis entre Irán e Israel no debe verse solo como un conflicto geopolítico más. El potencial uso de armamento nuclear regional podría desencadenar un evento global, no solo por el número de víctimas inmediatas, sino por los efectos en cascada que pondrían en peligro la vida en todo el planeta.

El invierno nuclear ya no es solo una hipótesis científica. Es una advertencia. Y en un mundo con más de 13.000 armas nucleares, la necesidad de diplomacia, desarme y prevención nunca ha sido más urgente. Por ello es importante recordar esta información.

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