Dicen que cuando suena el Himno Nacional fuera de México, a cualquiera se le enchina la piel. Y justo eso pasó en los II Juegos Panamericanos Junior en Asunción, Paraguay, donde cuatro jóvenes morelenses subieron al podio y pusieron al Estado —y al País entero— en lo más alto.
Ahí estuvieron: Paulo Strehlke, oro en aguas abiertas; Paulina Alanís, bronce en la misma prueba; Zaira Salgado, oro en taekwondo; y Máximo Méndez, plata en tiro con arco. Cuatro preseas que saben a gloria y que confirman que el talento deportivo de Morelos está más vivo que nunca.
Pero ojo, que una medalla no se gana de la noche a la mañana. Detrás de cada atleta hay años de desveladas, entrenamientos pesados, sacrificios personales y una disciplina de hierro. Lo que vemos en el podio es solo la punta del iceberg; lo demás es sudor, constancia y aguantar cuando las cosas se ponen cuesta arriba.
Este gobierno entendió que el deporte no es un adorno. Porque seamos sinceros: durante mucho tiempo estuvo olvidado, como si no tuviera importancia. Y claro que la tiene, porque el deporte no solo es competir: es disciplina, es aprender a trabajar en equipo, es saber levantarse después de una caída y, sobre todo, es un camino real para que las y los jóvenes se alejen de los malos pasos.
Por eso, la administración de la Gobernadora Margarita González Saravia anda metiendo el acelerador. Con programas como los Semilleros Deportivos, se les da chance a niñas, niños y adolescentes de formarse desde abajo, con entrenadores que saben de qué hablan. Además, Morelos ya empieza a sonar como sede de torneos nacionales e internacionales importantes, lo que no solo da proyección a los atletas, sino que también deja buena derrama económica y pone al Estado en la jugada.
Ahí está también el ejemplo del boxeo, que agarró nuevo aire con apoyo real y que se vio reflejado en la pasada Olimpiada Nacional, donde pugilistas morelenses también trajeron medallas. La idea es clara: abrir el abanico para que cada talento encuentre su cancha, sea en el ring, en la alberca, en el tatami o en la pista.
Por eso lo de Asunción no es casualidad. Es, mayormente, claro está, resultado del esfuerzo de los atletas, de sus familias y entrenadores que los han acompañado en todo, pero también de un gobierno que empieza a darle al deporte el lugar que merece. Porque si queremos un Morelos más seguro, más sano y con más oportunidades, invertir en juventud —y en deporte— es de las mejores jugadas.
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