El fuero constitucional en México es ese ‘escudo legal’ que tienen ciertos servidores públicos, como presidentes, diputados y ministros, que les impide ser detenidos o procesados sin que primero se les retire esa protección. Su objetivo, en teoría, es que puedan desempeñar sus funciones sin miedo a ser perseguidos por cuestiones políticas. Sin embargo, con el tiempo, este fuero ha dejado de ser visto como una protección legítima y se ha transformado en una herramienta de los poderosos para evitar ser llamados a cuentas.
Cuando un funcionario con fuero es acusado de un delito, la Fiscalía no puede actuar de inmediato. Primero, debe pasar por un proceso en el que el Congreso evalúa si le quitan el fuero o no. Aquí es donde el proceso se complica, ya que, en ocasiones, las carpetas de investigación presentadas por las Fiscalías no están bien integradas, a veces por querer avanzar rápidamente en ciertos casos o por presión política. Esto no solo afecta a los acusados, sino también a las víctimas, cuyos casos se ven comprometidos por investigaciones mal fundamentadas.
El desafuero, aunque es un procedimiento legal, tiene una fuerte carga política. No se trata solo de aplicar justicia, sino de sopesar los intereses políticos que rodean a cada caso. Es en este escenario donde el fuero se convierte en una doble espada: por un lado, se busca proteger la libertad de los servidores públicos para que no sean víctimas de venganzas políticas, pero, por otro, se corre el riesgo de que se use como un mecanismo para evadir la justicia.
A pesar de las críticas, es necesario reflexionar sobre si el fuero constitucional debe seguir existiendo tal cual lo conocemos, o si necesita reformas más profundas para evitar que se convierta en un refugio de impunidad. Lo que sí es claro es que los procesos legales deben centrarse en la justicia y no en intereses partidistas.
No está de más decir que esto es a título personal.
6x6: En la lucha libre también hubo sorpresas esta semana. En el homenaje a dos leyendas, todos pensaban que El Valiente perdería la tapa, pero al final, fue otro el que cayó. La lucha entre Zandokan Jr. y Star Jr. fue emocionante, pero lo que más sorprende es que, en un duelo de parejas, sea la pareja ganadora la que se juegue las máscaras. Lo lógico, o lo que muchos esperaban, era que las máscaras se pusieran en juego por la pareja perdedora, como fue el caso de Esfinge y Valiente. Pero no, así es en la Seria y Estable desde hace ya unos años.
Y hablando de cosas nunca vistas (es sarcasmo), Místico ganó con ‘la Mística’. Ya está cansado que siempre gane con esa llave, más aún cuando enfrentó a luchadores mexicanos de talla internacional como Komander y Hologram, quienes están rompiéndola en Estados Unidos. O sea, otro desenlace nos habría dado un luchón.
En Rey de Reyes de AAA, la victoria de Niño Hamburguesa desató varias reacciones. Si bien sorprendió su triunfo, lo cierto es que la espada que se otorga al ganador se devaluó un tanto al ver que luchadores de más renombre y calidad, como el Hijo de Dr. Wagner Jr. Y DMT Azul, no lograron imponerse. Y ni qué decir de la lucha por el megacampeonato, donde todos se metieron… ¡no más falté yo! ¡Ja! Al final, Alberto El Patrón logró vencer a Hijo del Vikingo, quien parece estar pasando por momentos difíciles desde que lo acompaña su padre, Gran Vikingo, un luchador de medio pelo que no tiene nada de impacto.
¡Saludos!
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