En un revelador informe publicado este 8 de enero, se destapa cómo las armas silenciadas fabricadas en Estados Unidos están alimentando la violencia del crimen organizado en México. Estos dispositivos, diseñados para amortiguar el sonido de los disparos, han experimentado un aumento del 8,000% en su producción desde el año 2000, según datos de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de Estados Unidos.

El negocio de la muerte silenciosa

Los silenciadores, también conocidos como supresores de sonido, se han convertido en un producto clave para los cárteles mexicanos. Estos dispositivos permiten a los sicarios cometer crímenes con mayor sigilo, evitando llamar la atención de las autoridades y aumentando sus posibilidades de escape. Según el informe "Protegiendo a Estados Unidos del tráfico de armas de fuego", elaborado por la ATF, la fabricación de silenciadores ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, y muchos de estos productos terminan en manos de grupos criminales en México.

El gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Economía, confirmó que estos dispositivos son adquiridos por el crimen organizado para ser utilizados en pistolas y armas largas, como subametralladoras calibre .45. Un análisis reveló que, desde 2012, los decomisos de silenciadores en México han aumentado en más del 30%, y a partir de 2020, las autoridades comenzaron a considerarlos como una preocupación nacional.

Los cinco canales del tráfico de armas

El informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos detalla que los cárteles mexicanos se abastecen de armas y silenciadores principalmente a través de cinco canales que conectan a ambos países:

Arizona a Sonora: El más dominante.

Texas a Tamaulipas.

Texas a Nuevo León.

Texas a Chihuahua.

Texas a Guanajuato: Único estado no fronterizo mencionado.

El documento también señala que el 82% de las armas de fuego rastreadas en México se recuperaron en estados con una fuerte presencia de los cárteles de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación, o ambos. En cuanto a los silenciadores, estos dispositivos aparecen con mayor frecuencia en entidades como Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero y Chiapas, donde operan grupos como el Cártel de Juárez, Cártel del Golfo, Cártel del Noreste, Nueva Familia Michoacana, Unión Tepito y brazos armados como La Barredora y el Cártel Chamula.

Más armas que personas

El informe también ofrece un dato preocupante: la producción de armas de fuego en Estados Unidos ha superado ampliamente el crecimiento de su población. Entre 2000 y 2023, la cantidad de armas fabricadas por cada 100,000 personas aumentó un 113%, mientras que la población estadounidense creció solo un 19%. Esto significa que en Estados Unidos hay más armas que personas, y muchas de estas terminan en México, alimentando la violencia del crimen organizado.

Donald Trump Jr.: El promotor de los silenciadores

Uno de los aspectos más alarmantes del informe es la revelación de que Donald Trump Jr., hijo mayor del presidente estadounidense Donald Trump, ha sido uno de los principales promotores de los silenciadores. Desde 2016, Trump Jr. ha aparecido en televisión elogiando estos dispositivos y abogando por la eliminación de restricciones para su venta, argumentando beneficios para la salud auditiva de los tiradores.

“¡Esto es una maravilla! (...) Francamente, para mí, es cuestión de seguridad, una cuestión de salud”, dijo Trump Jr. en un infomercial de la empresa SilencerCo, mientras disparaba un rifle de alto poder en un simulacro de cacería deportiva.

Actualmente, los silenciadores están regulados por la Ley Nacional de Armas de Fuego y su venta es legal en 42 estados. Durante la segunda presidencia de Donald Trump, la familia del republicano ha impulsado políticas para eliminar restricciones sobre estos dispositivos, promoviendo su uso sin límites.

Silenciadores: La herramienta perfecta para el crimen

Los silenciadores no solo permiten a los sicarios cometer crímenes sin ser detectados, sino que también retrasan la movilización de las fuerzas de seguridad, evitan que los objetivos se anticipen a un ataque y reducen el pánico entre los civiles en caso de que el asesinato ocurra en un lugar público.

Un asesor del gobierno mexicano explicó que estos dispositivos son esenciales para misiones furtivas y encubiertas, maximizando la tasa de letalidad y aumentando las posibilidades de supervivencia de los sicarios durante la huida o emboscada.

¿Por qué no están incluidos en las demandas?

A pesar de su peligrosidad, los silenciadores han sido excluidos de las demandas que el gobierno mexicano ha presentado contra las armerías estadounidenses por su responsabilidad en la violencia en México. Según un experto cercano a estos litigios, el principal obstáculo es la falta de trazabilidad de estos dispositivos.

"Sabemos la marca del silenciador, pero no sabemos de dónde proviene. Técnicamente, un silenciador no causa daño por sí mismo. Lo que lo causa es el disparo", explicó el especialista.

A diferencia de las armas, que tienen un número de serie, los silenciadores y otros accesorios como chalecos antibalas o cascos no cuentan con este tipo de identificación, lo que dificulta establecer un nexo causal entre su fabricación y su uso en crímenes en México.

Crímenes emblemáticos con silenciadores

El uso de silenciadores por parte del crimen organizado no es nuevo. En 2009, el asesinato del abogado Roberto Francisco Machuca Aguilar en Guadalajara conmocionó al país. Los sicarios utilizaron una pistola calibre .9 milímetros con un silenciador hecho en Estados Unidos, lo que les permitió cometer el crimen sin ser detectados.

En 2020, la DEA añadió a su museo en Arlington, Virginia, una Beretta Parabellum 9 milímetros con baño de oro, la leyenda "Versace" y un silenciador con incrustaciones de diamantes, decomisada a Joaquín "El Chapo" Guzmán. Más recientemente, en 2022, un multihomicidio en un despacho legal de la colonia Roma en la Ciudad de México fue cometido con un arma calibre .40 equipada con silenciador, permitiendo al asesino huir sin problemas.

Un problema que no se silencia

El tráfico de silenciadores desde Estados Unidos hacia México es un problema que sigue creciendo y alimentando la violencia del crimen organizado. Aunque las autoridades de ambos países han tomado medidas para combatir este fenómeno, la falta de trazabilidad y la complejidad legal para responsabilizar a los fabricantes y distribuidores de estos dispositivos dificultan su control.

Mientras tanto, los silenciadores continúan siendo una herramienta clave para los cárteles, permitiéndoles operar con mayor impunidad y dejando un rastro de violencia que parece no tener fin.

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