De los pocos cuernavacenses originarios de la mitad del siglo XX, Eduardo Bello Ocampo ha sidi un distinguido profesionista y amante de la cultura nació el 22 de marzo de 1955 en el hospital Lupián siendo su mamá atendida por el doctor Bonnin, quien lo trajo a la vida. Su padre fue el licenciado en derecho don Jesús Bello Espíritu y su mamá la licenciada y enfermera de profesión doña Juanita Ocampo Espín.
Don Jesús fue presidente del Tribunal Superior de Justicia, Agente del Ministerio Público, Magistrado de la primera sala, Director de la Facultad de Derecho de la UAEM, Delegado de la Reforma Agraria en el Estado de Morelos, además de otros cargos. Su mamá, Juanita fue enfermera, partera y pediatra finalmente terminó su carrera en Licenciada en Derecho. Toda su vida fue una persona altruista, trebejando con grupos vulnerables: doble A, en paladar hendido dentro del DIF estatal, entre otras actividades y siempre en beneficio de la población.
Eduardo estudió la primaria en la escuela Evolución del profesor Agustín Güemes y la Secundaria en la federal número uno “Froylán Parroquín García” y la preparatoria Coyoacán plantel 6. La licenciatura en la facultad de Filosofía y letras de la UNAM donde se especializó y graduó en el estudio de la Ética.
Se recibió en la Maestría sobre Asia y África en el Colegio de México, con la especialidad en la India y Lenguas Sánscritas.
Ingresó a una segunda Maestría en la Facultad de Medicina Área de Humanidades en Salud, campo de estudio principal en Bioética.
Su primer trabajo fue en la docencia impartiendo la clase de Filosofía en un CCH ya desaparecido y de Ahí en la Escuela Nacional Preparatoria, planteles 8 y cinco en la Ciudad de México.
Fue profesor y traductor de italiano en el Centro de Lenguas de la UNAM, en la Facultad de Ciencias Políticas y profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en la Universidad de Guanajuato, donde residió seis años.
De 1986 a 2004 trabajó en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, como instructor itinerante, cuyo propósito es formar Promotores Culturales, quienes Integran en Museos, Bibliotecas, Casas de la Cultura, Centros Artísticos y otras especialidades. Él les enseñaba las técnicas para su trabajo.
Hace dos años que Eduardo se tituló como Licenciado en Derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM.
La familia Bello Ocampo la integraban, padre, madre, sus cuatro hijos: Jesús, Eduardo, Alejandro y Hugo y sólo uno de ellos no es licenciado en derecho. Su hermano Jesús es Licenciado en Periodismo, quien estaba a cargo de la hemeroteca del Instituto Estatal de Documentación; Eduardo es Periodista Cultural y miembro del Consejo de Cronistas de Cuernavaca.
Eduardo es un apasionado de la lectura, en especial de los clásicos como Miguel de Cervantes, los libros de historia de Asia, Kalidasa de India y por supuesto, mexicanos y latinoamericanos, es amante de los museos, asistente a los centros culturales, a las pláticas y conferencia sobre Asia, África, de México y del resto de América.
Ha impartido conferencias sobre los temas que son de su conocimiento, como “La Cultura en México Durante el Siglo XX”; “Historia del Yoga” y “Géneros Literarios”, entre otras pláticas.
Menciona a su señor padre como el apoyo que siempre recibió de él en sus estudios y la relación que se debe llevar con respeto y afecto hacia sus semejantes. “A mi padre todo mundo lo quería y respetaba por su don de gentes y su bonhomía”, expresa con orgullo. La relación con su mamá fue de la persona que lo arropó y le dio mucho amor y cariño.
Sus padres les enseñaron el respeto y la entrega hacia sus semejantes, que fue un ejemplo para el comportamiento de la vida de Eduardo y para el resto de su familia.
Nos contó de cuando sus padres se iban en un camión a la Ciudad de México el que temprano los bajaba en la avenida Tlalpan, frente a un salón de baile donde se bailaba  danzón, llamado “El gran Forum”. Viajaban con otras parejas o las más de las veces solos y se pasaban una linda tarde bailando con las mejores danzoneras de México. El autobús los recogía satisfechos entrada la tarde ya de regreso a Cuernavaca.
Eduardo conocía a la jovencita Antonieta Rojas García desde sus años de juventud. Varios años después se volvieron a encontrar y se hicieron novios. Al poco tiempo contrajeron nupcias y desde entonces han llevado una vida llena de respeto y de amor.
Su hogar está en Cuernavaca en la frontera de las colonias Atlacomulco y Chapultepec donde no existe una línea divisoria. Les gusta asistir a todos los conciertos que se presentan en la ciudad. Dice que “no hay necesidad de ir a la Ciudad de México para gozar de un buen concierto o espectáculo, ya que en Cuernavaca existen infinidad de lugares de índole cultural, sólo que casi nadie se entera de lo que se está presentando por la falta de información de los organizadores de la Secretaría de Cultura del estado o el Departamento de Turismo; y cuando se va a las oficinas de ambas instituciones, nos dicen que busquemos en la página web de la computadora para estar al día porque son muchas las actividades y ellos no reparten programas o dan información”.
Añade que ya se quejó pero que hasta le fecha nadie le hace caso. Su esposa y él se enteran de lo que se presentó, cuando al día siguiente salen en los periódicos la reseña de tal o cual evento y las fotos del gobernador, la de turismo, la de Cultura y lo más granado de la sociedad que se pasan la vida buscando en el web (¿?).
Desde 2017 Eduardo padece de cáncer en el pulmón. Trató de ser recibido en el Instituto de Enfermedades Respiratorias (INER), donde después de muchos intentos fue llamado para hacerle un tratamiento de Medicina Molecular a base de un medicamento llamado Brigatimb, el cual le fue proporcionado en forma gratuita y casi lo ha curado del todo. “Sigo continuando con el tratamiento a base de pastillas y estudios varios y  ya no tengo ninguna molestia. Siempre le estaré profundamente agradecido a dicha institución, la que me salvó la vida”, nos dice convencido.
En la actualidad está escribiendo la biografía de una reconocida y gran artista mexicana quien vivió durante muchos años en Cuernavaca. Ella cambió de lugar de residencia y Eduardo le lleva lo que ha escrito de ella para poder terminar su libro biográfico.
Escribe artículos sobre los museos de la ciudad y de todo el Estado de Morelos, los que publica en el periódico El Diario de Morelos, donde todo el grupo de cronistas tiene un espacio que se turnan un día a la semana.
Hombre interesante, de una amplia cultura, él y su amable esposa doña Antonieta Rojas nos recibe en su linda casa con afecto y generosidad. Eduardo es reconocido en el área cultural, y docente, además de gozar del reconocimiento de toda Cuernavaca.

Por: Rafael Benabib

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