La pre­si­denta Clau­dia Shein­baum insiste en que la eco­no­mía mexi­cana está “fuerte”, pero los datos dicen otra cosa. El vier­nes pasado y ayer, el Ins­ti­tuto Nacio­nal de Esta­dís­tica y Geo­gra­fía (INEGI) difun­dió ocho docu­men­tos que, leí­dos en con­junto, des­cri­ben un país esta­ble pero estan­cado: el Pro­ducto Interno Bruto (PIB) casi no crece, la indus­tria se debi­lita, la cons­truc­ción se des­ploma en buena parte del terri­to­rio y los ser­vi­cios siguen enca­re­cién­dose.

El PIB tri­mes­tral a pre­cios cons­tan­tes cayó 0.3% en el ter­cer tri­mes­tre de 2025 frente al segundo tri­mes­tre y 0.2% frente al mismo periodo de 2024. En el acu­mu­lado enero–sep­tiem­bre, el incre­mento es de ape­nas 0.4%. El Indi­ca­dor Glo­bal de la Acti­vi­dad Eco­nó­mica (IGAE) se ubicó en sep­tiem­bre en 104.2 pun­tos, con bajas men­sua­les de 0.6% y anua­les de 0.6%; en lo que va del año, la varia­ción es 0.0%. El Indi­ca­dor Opor­tuno de la Acti­vi­dad Eco­nó­mica (IOAE) estima que en octu­bre el IGAE no regis­tró cam­bios: 0.0% men­sual y 0.0% anual. La foto­gra­fía es clara: la eco­no­mía no se derrumba, pero tam­poco avanza.

La Encuesta Nacio­nal de Empre­sas Cons­truc­to­ras (ENEC) mues­tra el golpe más duro. En sep­tiem­bre, el valor de pro­duc­ción de las cons­truc­to­ras cayó 15.4% anual, el per­so­nal ocu­pado 9.9% y las horas tra­ba­ja­das 11.2%. El des­plome es extremo en el sur y el sureste: Oaxaca regis­tra una caída del 78.0% y Tabasco del 67.5%, mien­tras que en Gue­rrero el valor de pro­duc­ción crece 36.7% y en Nuevo León 9.5%. Ter­mi­nado el ciclo de las megao­bras fede­ra­les, la obra pública se frenó de golpe justo en los esta­dos que más depen­dían de ella.

La indus­tria manu­fac­tu­rera tam­poco res­cata el cua­dro. El Indi­ca­dor Men­sual Opor­tuno de la Acti­vi­dad Manu­fac­tu­rera (IMOAM) reporta para octu­bre un aumento anual esti­mado de solo 0.1%, con un inter­valo que va de -2.9% a 3.1%. Es decir, el sec­tor puede estar cayendo lige­ra­mente o cre­ciendo muy poco; en cual­quier caso, no impulsa al resto de la eco­no­mía. Los datos del pro­pio Indi­ca­dor Glo­bal de la Acti­vi­dad Eco­nó­mica (IGAE) con­fir­man caí­das en las acti­vi­da­des secun­da­rias y retro­ce­sos en manu­fac­tu­ras.

El Índice Nacio­nal de Pre­cios al Con­su­mi­dor (INPC) parece apor­tar la única buena noti­cia: en la pri­mera quin­cena de noviem­bre la infla­ción gene­ral anual se ubicó en 3.61%, den­tro del rango obje­tivo del Banco de México. Pero la infla­ción sub­ya­cente es 4.32%; los ser­vi­cios, 4.50%; y las mer­can­cías ali­men­ti­cias pro­ce­sa­das, 4.94%. La elec­tri­ci­dad subió 20.70% en la quin­cena por el fin del sub­si­dio de verano. Es decir, los pre­cios están rela­ti­va­mente bajo con­trol, pero los ser­vi­cios bási­cos y los ali­men­tos empa­que­ta­dos siguen caros.

Nada de esto ocu­rre en el vacío. Se agotó el impulso del gasto público y de las megao­bras; llegó el apre­tón fis­cal y mone­ta­rio. El entorno externo es débil y el nears­ho­ring existe, pero aún es insu­fi­ciente y se con­cen­tra en pocos esta­dos. Ade­más, per­sis­ten los vie­jos las­tres: la baja recau­da­ción, la inse­gu­ri­dad y un Estado de dere­cho frá­gil que desa­lienta la inver­sión. Con este pano­rama, la pre­si­denta puede repe­tir que la eco­no­mía está fuerte, pero los datos del INEGI cuen­tan otra his­to­ria: México es hoy un país sin cri­sis, pero tam­bién sin impulso.

Las opi­nio­nes ver­ti­das en este espa­cio son exclu­siva res­pon­sa­bi­li­dad del autor y no repre­sen­tan, nece­sa­ria­mente, la polí­tica edi­to­rial de Grupo Dia­rio de More­los.

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