El INEGI dio a cono­cer ayer que en octu­bre el Indi­ca­dor Glo­bal de la Acti­vi­dad Eco­nó­mica (IGAE) cre­ció 1.7% anual. El dato parece bueno, pero como suele ocu­rrir con los pro­me­dios, el número esconde más de lo que revela. Al ana­li­zarlo, se observa que la eco­no­mía mexi­cana no crece pareja.

El avance de octu­bre fue cla­ra­mente asi­mé­trico. El sec­tor pri­ma­rio regis­tró un repunte extraor­di­na­rio de 12.4%, un desem­peño inu­sual que explica buena parte del cre­ci­miento agre­gado. La agri­cul­tura y la gana­de­ría se bene­fi­cia­ron de la nor­ma­li­za­ción de los ciclos plu­via­les y de cose­chas favo­ra­bles que com­pen­sa­ron los meses pre­vios de sequía severa. Es un ali­vio esta­dís­tico, pero tam­bién un recor­da­to­rio de su depen­den­cia del clima.

El sec­tor ter­cia­rio cre­ció 2.4%. El comer­cio y los ser­vi­cios siguen cum­pliendo su papel de amor­ti­gua­dor. El con­sumo interno se man­tiene resi­liente y las reme­sas con­ti­núan apun­ta­lando la demanda.

El foco rojo está en el sec­tor secun­da­rio. Indus­tria, manu­fac­tura y cons­truc­ción caye­ron -0.4% anual. Puede haber seña­les de esta­bi­li­dad en el mar­gen men­sual, pero el dato anual es claro: la indus­tria no con­tri­buye al cre­ci­miento. Y eso afecta la inver­sión, el empleo for­mal y la pro­duc­ti­vi­dad.

El pro­blema es estruc­tu­ral. El sec­tor que más crece es el más pequeño. El sec­tor pri­ma­rio repre­senta alre­de­dor de 3,6 % del PIB; el secun­da­rio, 31,9 %; y el ter­cia­rio, 64,5 %. En octu­bre, el sec­tor más pequeño com­pensó el estan­ca­miento de casi una ter­cera parte de la estruc­tura pro­duc­tiva. El pro­me­dio se man­tiene, pero la base es frá­gil.

Este cre­ci­miento dis­pa­rejo tiene impli­ca­cio­nes fis­ca­les cla­ras. El sec­tor pri­ma­rio, por diseño, recauda poco: pre­do­mina la tasa 0% de IVA y regí­me­nes espe­cí­fi­cos de ISR, por lo que su apor­ta­ción es mar­gi­nal. El sec­tor ter­cia­rio sí pesa en las finan­zas públi­cas: el comer­cio y los ser­vi­cios con­cen­tran la mayor parte de la recau­da­ción, con esti­ma­cio­nes de más del 60% del ISR y de cerca de tres cuar­tas par­tes del IVA. La indus­tria tam­bién es clave por ser un gran con­tri­bu­yente y por for­mar parte de la cadena de valor; cuando se con­trae, la base gra­va­ble se resiente. Eso ayuda a expli­car el endu­re­ci­miento de la fis­ca­li­za­ción a gran­des cor­po­ra­ti­vos: una res­puesta admi­nis­tra­tiva ante una eco­no­mía que crece donde menos recauda.

El mer­cado labo­ral refuerza esta lec­tura. El dina­mismo del sec­tor pri­ma­rio con­vive con nive­les de infor­ma­li­dad cer­ca­nos al 88%. Hay acti­vi­dad, pero no nece­sa­ria­mente empleo for­mal ni pres­ta­cio­nes. Ade­más, diciem­bre suele inflar la foto­gra­fía: el ajuste real llega en la cuesta de enero, cuando entre 200,000 y 300,000 empleos even­tua­les sue­len desa­pa­re­cer.

Final­mente, con la indus­tria en -0.4%, los aumen­tos sala­ria­les corren el riesgo de tras­la­darse a los pre­cios en 2026 o diluirse vía ISR. En la prác­tica, el ingreso se ero­siona ante alzas en luz (+20%), huevo (+10.4%) y bási­cos como pollo, carne y ver­du­ras, que anu­lan la mejora nomi­nal.

El 1.7% con­firma que la eco­no­mía mexi­cana avanza, pero lo hace de manera desi­gual. Mien­tras el campo salva el pro­me­dio y los ser­vi­cios sos­tie­nen la iner­cia, la indus­tria sigue sin arran­car. De cara a 2026, el reto es corre­gir la situa­ción. Sin un repunte indus­trial, el cre­ci­miento será vul­ne­ra­ble.

Las opi­nio­nes ver­ti­das en este espa­cio son exclu­siva res­pon­sa­bi­li­dad del autor y no repre­sen­tan, nece­sa­ria­mente, la polí­tica edi­to­rial de Grupo Dia­rio de More­los.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp