Cuernavaca.– En el caluroso otoño de 1968, Cuernavaca se transformó en un improvisado rincón de Bolivia para el cine hollywoodense. Robert Redford, entonces un actor emergente de 32 años con una melena rubia que capturaba la luz del sol mexicano, llegó a esta pintoresca localidad junto a su coprotagonista Paul Newman y el director George Roy Hill para filmar las escenas finales de Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), la icónica película que no sólo catapultó a Redford al estrellato, sino que redefinió el western como un género de buddies carismáticos y antihéroes entrañables.

Esta visita, que duró aproximadamente tres semanas entre octubre y noviembre de 1968, fue un capítulo vibrante en la producción de la cinta, marcado por interacciones culturales, anécdotas hilarantes y un rodaje que fusionó el glamour de Hollywood con la autenticidad de México.

En un tributo póstumo a Redford, quien falleció hoy, 16 de septiembre de 2025, a los 89 años en su hogar de Sundance, Utah, revivimos esta historia con detalles exhaustivos recopilados de archivos cinematográficos, testimonios de testigos locales y fuentes contemporáneas, revelando cómo Cuernavaca se convirtió en el telón de fondo perfecto para el legendario dúo de forajidos.

La decisión de filmar en México no fue casual

Aunque la película se ambienta en el Viejo Oeste estadounidense y Bolivia, las restricciones presupuestarias y logísticas llevaron al equipo de 20th Century Fox a optar por locaciones accesibles y visualmente similares.

Cuernavaca, con sus ruinas coloniales, mercados bulliciosos y paisajes montañosos, sirvió como doble para las escenas bolivianas, donde Butch Cassidy (Newman) y el Sundance Kid (Redford) huyen de la ley tras una serie de atracos. Junto a Tlayacapan, Cuautla y Tepozlán, así como  Taxco, Guerrero –otro sitio clave para las secuencias de persecución–, Cuernavaca albergó el rodaje de momentos cruciales, como el asalto a un banco y el icónico tiroteo final.

Según el catálogo de la American Film Institute (AFI), el equipo llegó a México en octubre de 1968, después de filmar en Utah y Colorado, y permaneció hasta principios de diciembre, con Cuernavaca como base principal para las escenas exteriores. Redford, Newman y Katharine Ross (quien interpretaba a Etta Place, la novia de Sundance) se hospedaron en hoteles locales, posiblemente en el icónico Hotel de la Borda o residencias privadas, aunque los detalles exactos se perdieron en el tiempo debido a la discreción del equipo para evitar multitudes.

Durante su estancia, Redford no solo actuó, sino que se sumergió en la cultura local, creando vínculos que trascendieron la pantalla. Testimonios de extras mexicanos, recopilados en archivos de Morelos Film Festival, describen al actor como "amable y curioso", paseando por los mercados de Cuernavaca en sus días libres, comprando artesanías y probando la gastronomía local –aunque con precauciones, como veremos más adelante. Una anécdota emblemática, compartida en redes sociales y confirmada por el fotógrafo Lawrence Schiller, involucra a Redford y Newman en un momento de descanso: mientras el equipo sufría de diarrea colectiva por beber agua contaminada, los dos protagonistas se mantuvieron ilesos al optar exclusivamente por cerveza mexicana.

"Todo el equipo tuvo diarrea por beber agua contaminada, menos Paul Newman y Robert Redford, que solo bebían cerveza", relató un miembro del crew en una publicación retrospectiva. Esta historia, que añade un toque cómico al rodaje, resalta la camaradería entre los actores, quienes jugaban ping-pong entre tomas y posaban para fotos con residentes indígenas, fusionando el Hollywood glamoroso con la vida cotidiana de Cuernavaca.

Una fotografía icónica, capturada por Schiller en 1968 y ampliamente compartida en plataformas como Instagram y Facebook, encapsula este espíritu: Redford, con camisa blanca y pantalones oscuros, se sienta relajado en un muro de piedra junto a una niña rubia –la hija de Newman, quien visitó el set–, el propio Newman gesticulando exageradamente en "dolor fingido" mientras la niña presiona su rodilla, y una mujer indígena local envuelta en un rebozo a cuadros, sosteniendo gallinas vivas a sus pies. Al fondo, una multitud de extras y curiosos observa, con ruinas y árboles que evocan el Bolivia ficticio. Esta imagen, tomada en el centro de Cuernavaca cerca de la Plaza del Pueblo (similar a la usada en Tlayacapan para el tiroteo final), no sólo documenta la visita, sino que simboliza el choque cultural: estrellas de Hollywood interactuando con la comunidad tlahuica. Redford, conocido por su aversión a los ensayos excesivos –"menos ensayos para más espontaneidad", argumentaba–, cedió ante Newman por respeto, lo que fortaleció su química en pantalla. "Teníamos las mejores locaciones posibles", recordó Redford en una entrevista posterior, alabando los paisajes mexicanos que aportaron autenticidad a la cinta.

El rodaje en Cuernavaca no estuvo exento de desafíos. El calor intenso, las multitudes de fans y las condiciones sanitarias pusieron a prueba al equipo, pero también generaron momentos memorables. Ross, por ejemplo, recordó en trivia de IMDb cómo las escenas de ciclismo –filmadas en locaciones cercanas– requirieron múltiples tomas debido a imprevistos locales, como animales sueltos en el set. Redford, por su parte, exploró las ruinas de Xochicalco en un día libre, inspirado por la historia prehispánica, según relatos de extras.

La visita duró específicamente 21 días para Redford, según estimaciones basadas en diarios de producción del AFI, durante los cuales filmaron el 30% de las escenas bolivianas, incluyendo el famoso "¡Alto! ¿Quiénes son?" –pronunciado en español por Newman en un intento cómico de atraco. Esta inmersión cultural influyó en Redford, quien años después fundaría el Festival de Sundance, nombrado en honor a su personaje, promoviendo cine independiente con ecos de diversidad como los vistos en México.

Más allá del set, la presencia de Redford en Cuernavaca dejó un legado duradero. Habitantes recuerdan cómo el equipo contrató a cientos de extras, impulsando la economía temporal y fomentando un interés por el cine en Morelos –evidenciado en el Morelia Film Festival, que ha homenajeado la película. En Facebook y X (anteriormente Twitter), publicaciones recientes reviven estas memorias, con usuarios compartiendo fotos vintage y anécdotas familiares. Una página dedicada a locaciones históricas nota que el tiroteo final se filmó en Tlayacapan, a solo una hora de Cuernavaca, donde Redford y Newman ensayaron su legendario salto final. "Fue como traer el Viejo Oeste a México", dijo un residente en una entrevista archivada.

Hoy, al reflexionar sobre esta visita en el contexto de la partida de Redford –quien deja un legado de 50 películas, un Oscar y un compromiso ambiental–, Cuernavaca emerge no sólo como un fondo escénico, sino como un catalizador en su carrera.

Butch Cassidy and the Sundance Kid, que recaudó más de $102 millones y ganó cuatro Oscars, debe parte de su magia a esos días mexicanos. Como dijo Redford en sus memorias: "Las locaciones reales hacen la diferencia". En Cuernavaca, el Sundance Kid encontró su eternidad.

Fotos Galería: 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp