El pasado miércoles, al arrancar la fecha 8 del Guardianes 2020 en el balompié mexicano, se enfrentaron en el Coloso de Santa Úrsula el América vs. Mazatlán. Como era lógico, los de Coapa saltaron al terreno de juego como amplios favoritos y pese a que tuvieron un primer tiempo para el olvido, los astros se conjugaron para que, con un autogol y los yerros de sus rivales, los pronósticos se hicieran buenos al sonar el silbatazo final con un 3 por 1 en favor de las Águilas 

Parecía un partido común y corriente, con un resultado esperado; sin embargo, pocos imaginábamos la trascendencia que ese triunfo traería, no solamente porque con los tres puntos obtenidos los emplumados alcanzarían (aunque sea de manera momentánea) al Cruz Azul en la cima la tabla; sino, porque “el consorte de la liendre” se convertiría en el mejor Director Técnico en la historia de la institución. 

Miguel Herrera sería ungido como “leyenda” del Club América, dejando grabado su nombre con letras de oro al llegar a 134 victorias con el equipo: 106 en partidos de liga, 23 en la Copa y 5 en CONCACAF, superando así a técnicos como: José Antonio Roca, Carlos Reinoso o Raúl Cárdenas. 

El “Míster” José Antonio Roca, autor de frases inolvidables como aquélla peyorativa dirigida al odiado rival, el Rebaño Sagrado: “Los enanos ya no crecen”, tenía el récord de victorias al haber acumulado 133. El “Maestro” Carlos Reinoso, “el gran Chaparral” (como lo bautizó Ángel Fernández) tiene 122; mientras que Raúl Cárdenas, estaba en el tercer puesto con 88 ganados.  

Muchas cosas se podrán decir del “Piojo”: que es muy pendenciero, que perpetuamente pone un pretexto (casi siempre al árbitro) cuando pierde, que nunca es por su culpa y todo lo que usted quiera; pero lo cierto es que, en mi opinión, su capacidad como motivador y estratega están fuera de cualquier discusión. 

Esta situación le viene “como anillo al dedo” a Miguel; toda vez que, inexplicablemente, el “respetable”, hace apenas unos cuantos días, cuando el América había acumulado dos derrotas seguidas, tal y como si se tratara de una campaña organizada, clamaba sin piedad: “¡Fuera Piojo”!  

Enhorabuena para él, un ganador en toda la extensión de la palabra; sin embargo, no todo ha sido miel sobre hojuelas en su brillante carrera como entrenador, el descenso que sufrió cuando dirigió a los Escualos en Veracruz y su explosivo carácter, que incluso le costó su salida del “equipo de todos” quedan como … los prietitos en el arroz. 

Por Eduardo Brizio / ebrizio@hotmail.com

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