La inseguridad en Morelos está desbordada y lo que nos deben los municipios, el gobierno estatal y el federal, es una mejor coordinación así como observar en los hechos, que se tiene una estrategia de seguridad homologada y funcional.
Estar escuchando excusas del pasado de funcionarios estatales y leer repetidas denuncias que instituciones están cooptadas por la delincuencia, no resuelve la problemática. Es importante que entiendan que ya son gobierno y por ende, ya son responsables de atender de la mejor manera los crecientes y lamentables fenómenos delictivos que tenemos en nuestra entidad.
Podemos atribuírsela a esa nula relación que existe entre alcaldes y el gobierno estatal o en la falta de operación política; si de por sí, es sumamente complejo armonizar una estrategia de seguridad donde todos estén de acuerdo en lo que tienen que aportar, en Morelos súmenle esta entrampada relación de descontentos entre alcaldes y autoridades estatales, que a los únicos que están afectando es a los morelenses.
Ya no hablemos de los niveles de competitividad que estamos bajando, o del ausentismo turístico que resentimos los fines de semana; la agenda social de los morelenses ahora se rige por encontrar lugares que no representen riesgos.
Como ejemplos claros es que a nadie le gusta el ambiente en lugares que sean propensos a ser delinquidos; a nadie deja tranquilo estacionar su automóvil en las calles o llevar a sus hijos a plazas públicas que más parecen antros diurnos.
El ambiente en Morelos ha cambiado desde hace unos años y nuestras autoridades no han entendido que esto ha mermado las relaciones entre los morelenses. Nos ha ahuyentado de construir comunidad, nos ha exiliado.
Perdimos la tranquilidad y la paz social que era un tesoro en nuestra entidad, que tampoco nuestros nuevos funcionarios extrañan, ya sea por el poco tiempo que llevan habitando Morelos o porque simplemente les conviene que la inseguridad continúe.
Ya llevamos mucho tiempo así; cambios radicales de gobierno y la cosa se pone peor. El agravio sigue vigente en las entrañas de los morelenses, sobre todo en aquellos que han sido víctimas directas de la delincuencia y no se les ha hecho justicia.
Para los gobiernos de Morena y sus aliados no hay pretextos; tienen mayoría numérica en casi todos los espacios de representación popular; la oposición silenciosa o silenciada no ha sido capaz de levantar ni una ceja; se les ve lentos, desfasados de los problemas y como si vivieran en otro lugar.
La inseguridad agravia a todos y la autoridad esta pasmada o no tiene capacidad para tomar las riendas, frente al fenómeno delictivo que sigue avanzando y transformándose, mientras los responsables siguen peleando.
Los morelenses estamos tan cansados de observar tanto nivel de inseguridad e injusticia, que es entendible el reciente informe especial de la CNDH y la UNAM que nos ubica como una de las entidades donde la mayoría de la población está de acuerdo en que si un asaltante es sometido por sus victimas, sea linchado.
Así de grave el problema de inseguridad y violencia en Morelos…
Cuando la ciudadanía pide linchamiento, es porque la inseguridad nubla las razones y definitivamente alguien no esta haciendo su trabajo. Trabajar, no pelear; trabajar juntos.

Guillermo Amerena Betancourt
amerenaguillermo@gmail.com

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