Huixquilucan, Estado de México.– En una familia dividida por distancias geográficas y secretos guardados como reliquias tóxicas, Aldo Farah Navarro, de 36 años, decidió que ya no más. "Como Farah, tengo que decirlo, porque la injusticia le tocó a ella, no a sus padres", escribió en un post de Facebook que ha desatado murmullos en redes y recuerdos dolorosos en México.
Hace 15 años, su prima Paulette Gebara Farah, una niña de cuatro años con una discapacidad motriz que le impedía caminar y hablar con fluidez, "desapareció" de su cama en una lujosa residencia de Interlomas. Nueve días después, su cuerpo fue hallado en el mismo lugar: entre el colchón y la cabecera de los pies, envuelta en una cobija.
Lo que parecía un misterio resuelto como "accidente" por asfixia se convirtió en un escándalo nacional que expuso grietas en el sistema judicial, influencias políticas y un velo de silencio familiar.
Hoy, el testimonio de Aldo no sólo revive el caso, sino que lo humaniza: "Ella tenía casi la misma cara de mi hija cuando tenía cuatro años".
La Noche que México Buscó a una Niña Invisible
Era la medianoche del 21 de marzo de 2010. Paulette, nacida el 20 de julio de 2005, fue arropada en su habitación por Erika Casimiro, una de las dos niñeras de la familia. Sus padres, Mauricio Gebara –un próspero empresario inmobiliario– y Lizette Farah –abogada reconvertida en ama de casa–, se retiraron a descansar en el piso superior de su penthouse en Huixquilucan, un enclave de élite al oeste de la Ciudad de México.
A las 8 de la mañana del 22 de marzo, Casimiro entró a despertar a la niña. La cama estaba vacía. El pánico se extendió como un incendio: ¿dónde estaba Paulette?
Su condición especial –hipotonía muscular y retraso en el habla, diagnosticados desde los dos años– la hacía dependiente, incapaz de bajar escaleras o abrir puertas sola. La familia alertó a la policía estatal. Comenzó una búsqueda masiva: perros rastreadores, buceadores en presas cercanas, helicópteros y más de 200 efectivos. Durante nueve días, la habitación de Paulette –un espacio de 12 metros cuadrados con cama king size, juguetes y un armario– fue registrada "infinidad de veces" por familiares, peritos, periodistas y hasta un equipo de TV Azteca que filmó en vivo.
Nadie la vio. Ni los caninos, entrenados para detectar olores humanos. El país, hipnotizado por las súplicas televisadas de Lizette –"Mi niña, ¿dónde estás?"–, colgaba volantes y rezaba. Mauricio, más reservado, evitaba cámaras, pero su nombre resonaba: era socio de Peña Nieto en proyectos inmobiliarios, y el entonces gobernador del Estado de México intervino personalmente para "agilizar" la pesquisa.
El 31 de marzo, a las 3 de la madrugada, una fiscal llamada a la escena por una "corazonada" –tras un tip anónimo– levantó el colchón. Allí estaba Paulette: boca abajo, con la cabeza metida en el hueco de 20 centímetros entre el somier y la cabecera, envuelta en su cobija rosa. No había signos de violencia externa. El dictamen forense, emitido el 21 de mayo, concluyó asfixia mecánica por obstrucción nasal y compresión toracoabdominal. Caso cerrado: accidente.
Sombras en la Escena: ¿Accidente o Montaje?
La explicación oficial chocó contra un muro de dudas. ¿Cómo pasó desapercibida una niña de 18 kilos en un espacio escrutado por decenas? Perros, lámparas infrarrojas, incluso un robot con cámara: nada. La necropsia reveló que Paulette había muerto entre 48 y 72 horas antes de su "descubrimiento" –es decir, el 28 o 29 de marzo–, pero su cuerpo no mostraba descomposición avanzada, solo rigor mortis parcial.
Expertos independientes cuestionaron la cadena de custodia: la escena fue contaminada por pisadas, flashes y hasta una niñera que barrió el piso horas antes. Lizette, en entrevistas virales, se contradecía: describía a Paulette como "viva y juguetona" la noche previa, pero evitó llorar ante las cámaras, pareciendo "fría y falsa", como recuerda Aldo.
Mauricio, por su parte, optó por el silencio, pero su arraigo temporal –en un hotel de lujo, no en una celda– olió a favoritismo. Nunca hubo cargos formales. Peña Nieto, años después presidente, fue acusado de presionar para archivar el expediente, protegiendo a un "amigo de la casa".
El frenesí mediático amplificó las sospechas. Programas de farándula especularon con secuestros, rituales o negligencia parental. Lilly Téllez, entonces conductora de TV Azteca, entrevistó a Lizette sentada en la cama de la niña "desaparecida", un detalle que hoy se cita como ejemplo de sensacionalismo irresponsable.
En X (antes Twitter), hilos virales reviven el caso anualmente, con usuarios como @rockadocs detallando inconsistencias: "¿Cómo una niña con discapacidad motriz se 'esconde' sola en un hueco imposible?"
El Peso del Apellido: Un Tabú que Aldo Rompe
En el norte de México, donde vive Aldo, el caso era "tema tabú". "Sí, pero no lo andes diciendo, porque no da buena imagen", le advirtieron a sus 21 años. Los Farah, familia libanesa cristiana migrante, se dividen en clanes: norte y centro. Paulette pertenecía al segundo, al mundo opulento de Lizette y Mauricio.
"Somos pocos Farah en México, pero divididos", escribe Aldo. Sus padres nunca le prohibieron hablar, pero otros parientes sí: "Que porque afecta a la imagen y a los negocios".
A los 36, con una hija que le recuerda a Paulette, Aldo publica su carta abierta: no cree en el accidente. Acusa contaminación de la escena, trato VIP para los padres y negligencia –o peor– de quienes "no quisieron hacerse cargo de mi primita". "Si hay algo que vale más que un apellido, es la vida misma", concluye, desafiando enojos familiares. "Nunca es tarde para recordar a un familiar y exigir justicia, incluso al gobierno actual".
Su post, compartido este miércoles 5 de noviemnre, acumula miles de reacciones en Facebook, con comentarios que van de solidaridad ("Dios te bendiga por tu valentía") a defensas airadas ("Estás manchando el apellido"). En X, el eco es menor, pero posts como el de @TorturedHistory reviven el enigma: "Más de 100 personas y perros la buscaron... ¿coincidencia?"
Quince Años Después: Aniversarios sin Resolución
Desde 2020, el caso resurge en efemérides mediáticas. Una serie de Netflix en producción prometía desentrañar "lo inexplicable", pero se estancó en guiones.
En 2024, People.com lo llamó "el enigma que persigue a México": sin culpables, sin reapertura. Univision e Instagram reels lo narran como "terror real", con 1.3 millones de vistas en septiembre de 2025.
No hay avances judiciales: el expediente duerme en el Ministerio Público del Estado de México. Ni Lizette ni Mauricio han hablado públicamente en años; se rumora que viven discretamente en el extranjero. En X, el debate es político: acusaciones a Peña Nieto por "encubrimiento de élite" se entremezclan con hilos de true crime.
Un post de septiembre de 2025 en Reddit pregunta: "¿Por qué no se reinvestiga con tecnología actual, como ADN en la cobija?"
La Explicación Más Lógica: Más Allá del Accidente
Trece peritos concluyeron homicidio, pero Peña Nieto los destituyó. La hipótesis oficial –Paulette se deslizó sola al hueco mientras dormía– ignora su discapacidad: no podía rodar ni meter la cabeza en un espacio de 20 cm sin ayuda. Los perros no la olieron porque, posiblemente, ya no respiraba. La explicación más coherente, sustentada en inconsistencias forenses y testimonios como el de Aldo, apunta a foul play parental: negligencia letal o asfixia intencional, seguida de un montaje para simular desaparición. Las conexiones de Mauricio con el poder explican el cierre exprés y el arraigo "suave".
No hay "culpables" formales porque el sistema protegió a los suyos. Como dice Aldo: "La verdad es que no quisieron hacerse cargo". Quince años después, Paulette no es sólo un caso: es un espejo de México, donde la justicia se dobla ante apellidos y reflectores.
Aldo Farah Navarro, con su voz, invita a romper el ciclo. ¿Reabrirá el gobierno de Sheinbaum un expediente polvoriento? La niña que "desapareció" en su cama espera, envuelta en silencio, una respuesta que honre su vida.
