Los mapaches son animales que han capturado la atención de muchas personas, ya sea por su apariencia simpática, su astucia o por personajes populares como Rocket Raccoon. Sin embargo, en México y específicamente en Morelos, tener un mapache como mascota no es un juego ni es tan sencillo como parece. La Ley y las autoridades ambientales son muy claras: este animal silvestre está protegido y solo puede mantenerse bajo estricta regulación.

¿Qué dice la ley?

En México, la Ley General de Vida Silvestre y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) establecen que los mapaches son fauna silvestre y no pueden domesticarse libremente. Para poder tener uno de manera legal es obligatorio tramitar un permiso específico: el SEMARNAT-08-056.

¿Qué es el permiso SEMARNAT-08-056?

Este permiso es el trámite formal para la autorización de aprovechamiento no extractivo de vida silvestre, es decir, permite que una persona pueda poseer, mantener y cuidar un ejemplar silvestre bajo determinadas condiciones, siempre y cuando no sea con fines comerciales ni de lucro.

¿Qué necesitas para solicitarlo?

    •    Comprobar que el mapache proviene de una UMA (Unidad de Manejo Ambiental) registrada ante SEMARNAT.
    •    Presentar un plan de manejo que garantice el bienestar y cuidado del animal.
    •    Acreditar que cuentas con un espacio adecuado y las condiciones necesarias para su cuidado.
    •    Firmar el compromiso de no liberar al ejemplar en vida silvestre ni utilizarlo para reproducción o venta.

¿Qué pasa si no tienes el permiso?

Si alguien es sorprendido con un mapache sin el permiso SEMARNAT-08-056, puede enfrentar multas económicas, decomiso del animal e incluso sanciones penales por tráfico y posesión ilegal de vida silvestre.

¿Vale la pena tener un mapache?

Aunque existe la posibilidad legal de hacerlo, las autoridades y expertos en fauna silvestre recomiendan no tener mapaches como mascotas. Estos animales son difíciles de domesticar, pueden volverse agresivos, requieren cuidados especializados y son portadores de enfermedades.

Además, al ser retirados de su hábitat, pierden su rol ecológico y pueden sufrir problemas de estrés y conducta.

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