Con la llegada del Año Nuevo, una de las tradiciones más arraigadas en México es comer doce uvas antes de que concluya el año viejo. El ritual consiste en ingerir una uva por cada campanada que marca la medianoche, mientras se formula un deseo o propósito para cada uno de los doce meses del año que inicia.
Esta costumbre tiene su origen en España y una de las versiones más difundidas señala que surgió a principios del siglo XX, cuando productores españoles enfrentaron una cosecha abundante de uva y promovieron su consumo como “uvas de la suerte”, al vender paquetes con doce piezas, una por cada mes del año.
Otra explicación remite a una reunión popular en la Puerta del Sol, en Madrid, donde ciudadanos comieron uvas al ritmo de las campanadas como una forma de parodiar a la alta sociedad, que acostumbraba a despedir el año con champaña y uvas.
Con el paso del tiempo, la tradición se consolidó y adquirió un significado simbólico relacionado con la abundancia, la prosperidad y los buenos deseos. Cada uva representa una meta o anhelo para el nuevo año.
En el mercado Adolfo López Mateos de Cuernavaca, la uva roja sin semilla se vende actualmente en unos 45 pesos por kilo, mientras que la uva verde alcanza precios cercanos a 95 pesos por kilo. No obstante, comerciantes señalaron que se prevé un decremento en el costo de este fruto los próximos días, debido a la buena oferta que llega desde las centrales de abasto.
Explicaron que el precio promedio podría ubicarse en torno a los 60 pesos por kilo, con rangos que van desde los 45 pesos en el caso de la uva sin semilla y de buena calidad, lo que permite que las familias mantengan esta tradición para recibir el Año Nuevo.
