“NI TANTO que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, decía la sabiduría popular para asuntos que deben ser con mesura, incluso en tiempos de la llamada “inteligencia artificial” en materia de seguridad.
Verán: hace varias lluvias los comerciantes de Cuernavaca ya no aguantaban los robos, quisieron echar mano de la tecnología en materia de videovigilancia y multiplicaron la instalación de cámaras.
Los resultados no fueron del todo satisfactorios, porque si bien ya se contaba con las imágenes –no muy nítidas- de los pillos, no pasaba de ahí, porque la acción de la justicia quedaba rezagada ante los hechos.
EN VISTA de que las videocámaras de vigilancia en los comercios del centro de Cuernavaca tomaron un papel simplemente “testimonial”, sin oportunidades correctivas, ni preventivas, se pensó en la ayuda oficial:
Hace no mucho, las autoridades de la Comisión Estatal de Seguridad y los comerciantes asociados semblantearon la probabilidad de que las videocámaras de estos fueran conectadas al centro de monitoreo estatal.
Claro, el objetivo sería que apenas se registrara un hecho delictivo en alguno de los establecimientos, vendría la reacción inmediata de los elementos de seguridad, alertados por el monitor desde el llamado C-5.
PERO NO, en esta semana que acaba trascendió que los comerciantes ya no quieren que sus cámaras estén conectadas al monitoreo de la Comisión de Seguridad, so riesgo de que sus imágenes puedan ser mal usadas.
El hecho coincide con una polémica a nivel internacional sobre el uso de videocámaras, mucho más sofisticadas que las que por acá se usan de manera regular, porque son capaces de identificar gente a plenitud.
La “inteligencia artificial” en esas cámaras registra rasgos faciales de miles y miles de personas y en un instante genera archivos de patrones y prácticamente desnuda la identidad humana, como forma de control.
O SEA que, ¿hasta dónde es válido el uso de videocámaras que con el pretexto de la vigilancia?, así como así se apropian de los hábitos y las identidades de quienes ni piden ni autorizan expresamente ser captados.
Por E. Zapata
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