A Lala.

La partida de Rodolfo Becerril Straffon, entraña una profunda reflexión, y estriba precisamente en que no todo está perdido en Morelos mientras existan hombres como él. Rodolfo encarnó las más preponderantes cualidades de quien sirvió a su estado y a su país como un político y miembro ejemplar de la Administración Pública, de sobra es conocida su distinguida y brillante trayectoria como parlamentario, secretario de despacho, dirigente partidista, funcionario federal y su sólida y envidiable formación académica, todo lo anterior basta para reservarle un sitio importante en la historia como uno de los políticos más destacados de Morelos, sin embargo lo que hace aún más grande su figura fue su inmensa calidad humana.

Rodolfo nació en Cuernavaca, siempre fue un morelense orgulloso de su identidad, la cual fue una de las características de su personalidad, no en vano en alguna ocasión me comentó lo que le complació que el gobierno de Don Antonio Riva Palacio haya impuesto el nombre de destacados médicos locales a hospitales generales entre ellos el de Tetecala, que lleva el nombre de su padre, el Dr. Rodolfo Becerril de la Paz. A través de mi familia, mi padre fue su contemporáneo en ese Cuernavaca idílico que se perdió, tuve el privilegio de conocer a Rodolfo y ser su amigo, más allá de su agilidad mental y simpatía, despuntaba un sentido del humor que solo puede ser sinónimo de una gran inteligencia, sin embargo, también destacó por ser un hombre decente, congruente, magnifico esposo y padre de familia, su carácter prudente y moderado fue una constante en su vida pública y privada. También fue del dominio público su gran cultura la cual no solo descubrió a un intelectual, humanista y luchador social de primer orden sino también a un músico magnifico, la imagen que muchos deben tener ahora en su memoria, es la de Rodolfo sentado frente a un piano.

Son muchas las anécdotas que me vienen a la mente, pero particularmente deseo compartir aquellas que retratan a ese formidable cuernavacense. Cuando partí a la Ciudad de México a estudiar y trabajar, Rodolfo me aconsejó no sin humor “nunca te desarraigues, vuelve a Cuernavaca aunque sea para que te laven la ropa!” y Rodolfo fue congruente pues nunca dejo de estar en contacto con su ciudad natal. También recuerdo alguna ocasión en que fuimos padrinos de unos estudiantes en Cocoyoc y conversando en la carretera también me aconsejó que buscara una mujer afín a mis gustos e intereses, Rodolfo dio muestra de ello, al unir su vida a Lala, mujer al igual que él, dueña de una vasta cultura.

Dicen que en la historia no caben los “hubieras” pero sin duda Rodolfo hubiera sido uno de los mejores gobernadores de Morelos, el año 2000 representó tal vez la más dura prueba en su carrera política, cuando le fue arrebatada la candidatura que justamente merecía, tuve la oportunidad de recorrer con el colonias y comunidades y la constante era el cariño de todos a Rodolfo y la alegría ante un proyecto de gobierno que tanto prometió. Su cierre de campaña en la Plaza de Armas, fue sin temor a exagerar apoteósico, pocas veces he visto manifestaciones de júbilo tan genuinas, fue una fiesta de todos los morelenses, sin importar clases sociales y orígenes, lo que nos unió a todos esa tarde fue Rodolfo. Consumada la injusticia Rodolfo fue digno, se portó como un hombre y jamás profirió un lamento, se dedicó a consolidarse como un morelense de excepción y a ser una de las voces más prestigiadas y queridas del estado, dentro y fuera de él.

Rodolfo fue tan congruente y leal a sus principios, que teniendo la legitima justificación para abandonar su instituto político no lo hizo, continuo al contrario bregando por dignificar a su partido en sus horas más negras.

Fue también un destacado escritor, abundó no solo sobre temas parlamentarios, de economía, partidistas, sino publicó obras como “Señales de Alerta” donde advirtió el panorama al cual hacia frente Morelos con la llegada del siglo XXI y también sobre artesanía, pues titular de FONART, a todo esto se suma el haber sido consultor en temas culturales de la UNESCO, de la OEA y colaborador de diversos medios electrónicos e impresos, fue también para orgullo de nuestra ciudad un destacado miembro del Consejo de Cronistas de Cuernavaca.

Al conocer hace unos días la noticia de su lamentable fallecimiento, me vi frente a sentimientos encontrados, por una lado la pena por la partida de un amigo, pero por el otro la satisfacción de las incontables muestras de reconocimiento y duelo que manifestaron tantas y tantas personas, ello me llevó a recordar a Rodolfo con su franca y contagiosa sonrisa, pero también a reflexionar que su legado será siempre referente de las más altas virtudes de quienes aspiren a servir a Morelos desde la trinchera pública, Descanse en Paz!.

Por: Roberto Abe Camil opinion@diariodemorelos.com

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