Peadar Doyle, de 66 años, apareció en la oficina de correos de Carlow, Irlanda, para retirar el dinero de su pensión el 21 de enero. Iba a acompañado de su sobrino, Declan Haughney. Sin embargo, el personal de la oficina notó que algo andaba mal: el señor Doyle no caminaba por su cuenta ni mostraba alguna señal de vida. Estaba muerto.

Su cuerpo se había desplomado. Por lo tanto, contactaron a la Policía para realizar el levantamiento y esclarecer las causas de su deceso.

Las autoridades, de acuerdo con el reporte de medios locales, establecieron que Doyle murió por causas naturales tres horas antes de presentarse en la oficina de correos, aunque su sobrino, supuestamente, no se enteró, pero sí lo llevó a recibir la pensión.

“¿Por qué querría robarle a mi tío? Tengo 40 años, sí, no soy un niño, no soy un chico joven. No soy un idiota para entrar con un hombre muerto y cobrar su dinero”, expresó Haughney en charla con el diario Irish Mirror.

De hecho, vecinos han acusado a Haughney de saber que estaba muerto para, según ellos, apropiarse del dinero. Lo dicen por sus antecedentes: estuvo dos años en la cárcel debido a problemas con drogas y fue señalado de robar a otro de sus familiares.

“La gente de la ciudad sabe eso, pero fue hace 15 años. Ahora estoy bien”, comentó.

El hombre aseguró que su tío estaba con vida. Por tanto, decidió salir de la casa y llevarlo con la ayuda de uno de sus amigos, pues la oficina quedaba a pocas calles.

“Caminaba normalmente y luego creo que murió. Lo sosteníamos y cuando llegamos a la fila, lo dejamos, pero él se cayó. Simplemente se desplomó”, relató.
 
Haughney insistió en que no es un imbécil ni un asesino como lo han señalado algunos medios y curiosos. Además, reveló que ha sido víctima de agresiones.

“¿Por qué intentaría robar el dinero de mi tío cuando vivo en la casa con él y compartimos las cuentas?”, concluyó.

El último adiós

El sepelio del señor Doyle se llevó a cabo dos días después de su muerte. Incluso, se fotografió a su sobrino llevando el ataúd en la iglesia y el cementerio.

“Fue un funeral muy digno. La familia está absolutamente destrozada”, reveló el padre Tom Little, quien fue encargado de realizar la ceremonia religiosa, al diario The Sun.

Los familiares no salían del asombro por lo sucedido y lo recordaron como un hombre amable y bondadoso. Otra de sus sobrinas lo calificó como un héroe.

“Si yo iba a llorar, corría a donde él estaba y, a los pocos minutos, me tenía bailando alrededor de la cocina”, afirmó Charmaine Dowling al medio citado.

Se sabe que Doyle trabajó en oficios varios: fue mesero, pintor y cuidador de niños. En los últimos años descansaba en su hogar y recibía cada mes la pensión.

Murió por causas naturales, así que se descartó cualquier deceso violento o asesinato. Eso sí, las autoridades indagan cuáles eran sus condiciones de vida para, eventualmente, establecer la responsabilidad que tenía su sobrino en el cuidado.
 
“Queremos saber cuándo murió exactamente, si estaba mal de salud antes de su muerte y qué tipo de atención recibió en las horas o los días previos”, reveló Aidan Brennan, superintendente de la Policía, a la emisora KCLR Live.

Las cuatro hermanas de Doyle se han mantenido en silencio. De hecho, la familia ha optado por evitar los medios debido a las burlas y acusaciones que han rondado en redes sociales.

 

 

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