En el mágico mundo de Disneyland, donde cada rincón respira fantasía y aventura, se esconde una historia que pocos conocen. Durante 15 años, Owen y Dolly Pope vivieron entre la multitud, ocultos a plena vista en uno de los parques temáticos más icónicos del mundo. Su hogar, camuflado entre los decorados de Frontierland, fue testigo silencioso de la evolución de Disneyland desde su apertura en 1955 hasta 1971.
Una Invitación a la Magia
La relación de los Pope con Disneyland comenzó mucho antes de que los visitantes pusieran un pie en el parque. En 1951, mientras Walt Disney y su hermano Roy ultimaban los detalles del ambicioso proyecto, se dieron cuenta de que necesitaban expertos en el manejo de animales para integrar caballos y otros animales en los espectáculos y desfiles. Fue entonces cuando Owen y Dolly Pope, reconocidos por su experiencia ecuestre, fueron contratados para garantizar que los caballos del parque estuvieran bien entrenados y cuidados.
Pero lo que parecía ser un empleo temporal pronto se transformó en algo mucho más singular. Con la inminente apertura de Disneyland, surgió un reto logístico: ¿quién se encargaría del cuidado de los animales fuera del horario de atención al público? La solución de Walt Disney fue tan creativa como audaz: ofrecer a los Pope la posibilidad de vivir dentro del parque.
Viviendo en Secreto: El Hogar en Disneyland
La pareja se instaló inicialmente en una casa rodante cerca de los establos de Frontierland, y con el tiempo se trasladó a una vivienda permanente conocida como “The Pope House”, estratégicamente ubicada detrás del rancho de los animales. Durante esos 15 años, Owen y Dolly Pope no solo se encargaron de entrenar caballos y diseñar carruajes para desfiles, sino que también supervisaron las cabalgatas y tareas diarias del rancho, convirtiéndose en parte integral de la operación interna del parque.
Lo sorprendente es que, a pesar de vivir a tan solo unos pasos de miles de visitantes, su presencia pasó desapercibida. La magia de Disneyland no solo residía en sus atracciones, sino también en estos detalles ocultos que, sin que nadie lo notara, contribuían al funcionamiento y encanto del parque.
Un Vínculo Cercano con Walt Disney
La relación entre los Pope y Walt Disney fue de una cercanía inusual. Durante visitas frecuentes, el creador de la magia discutía en persona los planes y necesidades del parque con la pareja. Su contribución fue tan significativa que, cuando Disney decidió expandir su imperio hacia Florida con la creación de Walt Disney World Resort, invitó a Owen y Dolly a trasladarse para supervisar la nueva sección ecuestre en el Tri Circle D Ranch.
El Legado que Perdura
En 1971, tras casi dos décadas de servicio ininterrumpido, la pareja dejó California y se mudó a Florida para seguir colaborando en el sueño de Disney. Finalmente, en 1975, se retiraron, dejando un legado imborrable. Hoy en día, “The Pope House” sigue en pie dentro de Disneyland, convertida en sala de reuniones para empleados, y una placa conmemorativa rinde homenaje a la pareja que literalmente vivió la magia de Disneyland.
La historia de Owen y Dolly Pope no es solo una curiosidad del detrás de escena; es un testimonio del compromiso, la creatividad y la pasión que impulsaron la visión de Walt Disney. Su vida en secreto dentro del parque añade una capa de misterio y encanto a la leyenda de Disneyland, recordándonos que, en el mundo de la fantasía, incluso lo imposible puede hacerse realidad.
Con este relato, se desvela una faceta desconocida del legado de Disneyland, una que resalta la importancia de cada pieza, por pequeña que parezca, en la construcción de un universo mágico y lleno de historias sorprendentes.
