En la tradición oral japonesa existe una leyenda poco conocida pero profundamente arraigada entre algunas comunidades: un método para localizar a un gato extraviado que consiste en dirigirse directamente a otros gatos del vecindario en busca de ayuda. Aunque carece de base científica, este relato representa una visión particular sobre la relación entre humanos y animales, y sobre la comunicación más allá del lenguaje humano.

 

Una práctica nacida del folclore japonés

 

Según la leyenda, cuando un gato doméstico desaparece y no regresa a casa, se debe salir al encuentro de los gatos callejeros del barrio. La recomendación es hablarles con calma y respeto, como si se tratara de personas, explicarles lo ocurrido, describir al gato perdido (nombre, color, tamaño, características físicas) y manifestar sinceramente cuánto se le quiere y se desea su regreso.

 

La creencia sostiene que los gatos poseen una forma de comunicación entre ellos —una especie de red instintiva y silenciosa— que puede servir para transmitir el mensaje. Esta “cadena de información felina” podría permitir que, si el gato perdido escucha o siente el llamado a través de otros gatos, decida volver.

 

Una interpretación cultural de la conexión con los animales

 

En Japón, el folclore está profundamente ligado a la naturaleza y los animales. Figuras como el bakeneko (gato sobrenatural capaz de cambiar de forma) o el nekomata (gato con poderes espirituales) son prueba de que los felinos ocupan un lugar especial en la mitología japonesa. Más allá de su función narrativa, estas leyendas reflejan una concepción espiritual del mundo, donde incluso los animales poseen voluntad, sabiduría y vínculos con los humanos.

 

Esta práctica se inscribe dentro de ese pensamiento animista que persiste en la cultura japonesa, en el que todo ser —vivo o inanimado— posee un espíritu (kami) y merece respeto. Hablarle a un gato callejero, entonces, no es un acto ridículo o infantil, sino una muestra de reconocimiento de su sensibilidad y su lugar dentro del equilibrio natural.

 

Aunque no existen estudios que avalen esta práctica desde un punto de vista científico o etológico, hay quienes afirman que les ha dado resultados. En redes sociales y foros sobre mascotas se han compartido testimonios de personas que, tras seguir esta tradición, han visto regresar a sus gatos días después.

 

Lo interesante es que la leyenda no habla de magia o intervención sobrenatural directa, sino de comunicación empática.

 

 

 

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