En el mundo de la botánica existen plantas con características sorprendentes, pero pocas tan enigmáticas como la Diphylleia grayi, mejor conocida como “flor esqueleto”. Su nombre no es casualidad: esta flor tiene la increíble capacidad de volverse transparente cuando entra en contacto con el agua.

Un espectáculo natural 

Originaria de las regiones montañosas y húmedas de Japón, China y los bosques Apalaches en Estados Unidos, la Diphylleia grayi pertenece a la familia de las Berberidáceas y florece en climas fríos y sombreados. A simple vista, sus pétalos son blancos y opacos, pero en cuanto la lluvia los toca, ocurre una transformación casi mágica: los pétalos pierden su color y se vuelven completamente cristalinos, revelando sus venas internas, como si fueran de vidrio.

Este fenómeno ocurre porque sus células tienen una estructura especial que permite que el agua llene los espacios entre ellas, eliminando la dispersión de la luz y haciendo que la flor se vea transparente. Sin embargo, cuando la flor se seca, sus pétalos regresan a su color blanco original, como si nunca hubiera pasado nada.

Más que una belleza 

Aunque su apariencia es fascinante, la flor esqueleto no es solo un espectáculo visual. Esta planta es altamente resistente y tiene usos medicinales en algunas culturas, especialmente en la medicina tradicional asiática, donde se le atribuyen propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes.

Su rareza y delicadeza la han convertido en un símbolo de transformación y efímera belleza. En la naturaleza, la Diphylleia grayi nos recuerda que hasta los cambios más inesperados pueden ocultar un profundo encanto.

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