En 1974, en el aeropuerto de Vnukovo, Moscú, una perrita pastor alemán se ganó el corazón de miles por su inquebrantable lealtad. Su nombre era Palma y su historia es una de las más conmovedoras de fidelidad y abandono.
Todo comenzó cuando su dueño intentó viajar con ella, pero no contaba con el certificado veterinario necesario. Sin más opciones, tomó una decisión drástica: la dejó en el aeropuerto, le quitó el collar y abordó su vuelo. Palma, desconcertada, corrió tras el avión hasta que ya no pudo alcanzarlo. Ahí comenzó su larga espera.
Día tras día, Palma regresaba a la pista y a la escalera de los aviones, esperando que su dueño bajara de alguno de ellos. Pasaron semanas y luego meses. Su imagen se volvió familiar entre el personal del aeropuerto y los pasajeros.
La historia de Palma se hizo pública cuando el capitán de un avión Il-18, Viacheslav Valentei, decidió darla a conocer. El periódico Komsomólskaya Pravda publicó un artículo relatando su caso, lo que provocó que su antiguo dueño se comunicara desde Norilsk. Sin embargo, a pesar de explicar que Palma no había podido viajar por un problema en el ojo, nunca intentó recuperarla.
A lo largo de su estancia en Vnukovo, muchas personas se ofrecieron a adoptarla. Finalmente, Palma fue llevada a Kiev, donde encontró un verdadero hogar con Vera Kotliarevskaya, una profesora que decidió brindarle la familia que merecía.
El primer gesto de Palma al llegar a su nuevo hogar fue acercarse a la hija de Vera, lamerle la mejilla y tomar suavemente su oreja entre los dientes, como un agradecimiento silencioso por haber encontrado, al fin, un lugar donde no tendría que esperar más.
En 1988, su historia fue llevada al cine en la película “Atada a la pista de despegue”, convirtiéndose en símbolo de la lealtad perruna y en un recordatorio de la responsabilidad humana frente al abandono animal.
Hoy, Palma sigue siendo recordada como la perrita que esperó, enseñándonos que aunque los perros no necesitan grandes razones para ser fieles, los humanos sí tenemos la obligación de ser dignos de su amor.