La Insuficiencia Venosa Crónica, o mejor conocida como várices, es un trastorno muy común que el 80% de la población mundial lo padece, de este porcentaje, el 68% corresponde a mujeres. Es un malestar que de manera gráfica podemos identificar como una especie de venas en forma de arañitas que salen en las piernas.

Para entrar en materia, tengo que decirte, que este padecimiento es congénito regularmente, es decir, que en la mayoría de las ocasiones se hereda y que se detona con actividades que se realizan de forma cotidiana o con características físicas, desde luego que existen factores que ponen en mayor riesgo el despertar este padecimiento, entre ellas el hecho de ser mujeres, principalmente, por los procesos hormonales por los que se atraviesa a lo largo de las distintas etapas de la vida. La obesidad, número de embarazos, trastornos hormonales, actividad física e incluso la profesión o actividad que se practica, son algunos de los condicionantes que te pueden acelerar el proceso de la insuficiencia venosa crónica, aunque en realidad como te comenté en un inicio, el tema hereditario es uno de los principales y en las siguientes líneas te hablo más a detalle de todos estos factores.

Cuando se habla de várices, lo primero que se viene a la mente en la mayoría de los pacientes, es un problema estético, en el caso de las mujeres, un problema que les hará ver unas piernas enfermas cuando usan falda o vestido, siendo esto, uno de los principales temas, que las pueden motivar a visitar a un especialista.

La enfermedad venosa crónica, se cataloga en seis etapas, y dependiendo de la valoración del o la paciente, es como se determina si se encuentra en una etapa uno o una etapa seis. De un inicio cuando la paciente únicamente tiene de forma visible las venas, pero sin presentar dolor ni ninguna otra molestia, quedando únicamente en lo estético, se califica como etapa 1, mientras que si se descuida y deja que progrese, sin ningún control, puede llegar a la etapa seis, en donde incluso las actividades esenciales y diarias no se pueden concretar, o desencadenar este problema en úlceras varicosas, varicotrombosis y otras complicaciones.

Si hablamos de una etapa seis, en donde se genera una úlcera varicosa, que ya existen cambios de coloración, hacia tonos cafés en el tobillo, se puede generar de ahí una lesión que por lo regular es muy dolorosa, no pone en riesgo como tal la extremidad, pero si baja la calidad de vida de los pacientes y en donde las actividades físicas de todos los días se ven prácticamente interrumpidas, al complicarse su realización al tener un dolor importante en las piernas. El dolor puede ser tan intenso, que los pacientes llegan al consultorio llorando a pedir ayuda inmediata.

Las personas más propensas a padecer várices son las mujeres, aunque también se suma a esto, el tipo de actividad a la que se dedican, ya que suelen tener mayor riesgo quienes son, profesoras, aeromozas, chefs, médicos, meseros, todas aquellas actividades que requieran de estar mucho tiempo de pie o mucho tiempo sentadas, como cajeras, personal de bancos, oficinistas etc. Por lo regular, los primeros rasgos se pueden empezar a presentar desde los 15 años y hasta los 50, también durante los embarazos o la menopausia, que son momentos en donde se generan cambios hormonales, mientras más joven se empiecen los síntomas, más tiempo se tiene para la evolución de la enfermedad.

Ya que es un padecimiento que no se cura y solo se controla, es muy importante el diagnóstico oportuno, para tratar de mantenerte en las primeras etapas, el mayor tiempo posible.

El proceso de identificación de esta enfermedad, no se basa únicamente en lo que se puede ver, también es necesario que se realice un ultrasonido Doppler y con base en eso que se haga una valoración adecuada por el o la especialista.

Al ser una enfermedad genética, no se puede prevenir, pero aparece hasta que alguno de los detonantes antes mencionados hace presencia, de ahí la importancia de que en cuanto se empiece a manifestar se acuda de inmediato al médico y que se atiendan las recomendaciones de los especialistas y se siga el tratamiento adecuado.

Recuerda que, en gran medida la calidad de vida de los pacientes, depende de lo que se hace todos los días, entre seguir el tratamiento y las medidas de higiene venosa, las cuales consisten en descansar las piernas, poniéndolas en forma horizontal o vertical, por lo menos 10 minutos cada dos horas y hacer ejercicio, como correr, caminar o nadar.

Es importante que ante cualquier síntoma acudas de inmediato con un especialista.

Nos leemos en la próxima columna.

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

 

Por: Dra. Daniela Figueroa Oviedo | Angióloga y Cirujano Vascular

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