El purismo lingüístico tiende a conservar la pureza de un idioma, sin admitir cambios ni concesiones, rechaza el uso de palabras que no son propias de lo que se dice, como también extranjerismos y vulgarismos. Sin embargo, nuestro idioma está vivo, muchísimas palabras que habían sido propias de algo, se han ido apropiando -raptando- para otros usos, de ahí se dice que son “apropiadas” para algo distinto a su uso original. Y crece, porque se le van sumando, y se van aceptando esas nuevas palabras, siempre y cuando sean de uso generalizado, cotidiano y permanente por lo menos en una región, de lo contrario seguiríamos hablando el limitado español castizo del Siglo de Oro de hace 500 años.

El purismo lingüístico al igual que todos los “ismos”, es un sentido de actitud, que está ligado al fanatismo y al egoísmo porque representa excesos, es mejor estar abierto a los cambios y propuestas, pues los que se consideraban errores hoy se admiten, como “subir para arriba; bajar para abajo, entrar para adentro y salir para afuera” pero solo de manera hablada o coloquial para dar énfasis a nuestras palabras, mas no escritas.

Los nuevos libros de texto enseñan a los niños que está bien dicho: “subistes, bajastes, entrastes, hicistes”, solo porque así lo acostumbra el presidente, como también su “dequeísmo” cotidiano. Y así aparece en los nuevos libros de texto gratuitos de la SEP, argumentando que así se usa en México, pero qué bueno que se les escapó que “dijieron” está bien dicho. Además, estos libros dejarían un legado de adoctrinamiento ideológico tanto de género como político, que han sido, y son, temas absolutamente privativos de cada individuo. Por lo pronto, gobiernos estatales están deteniendo su entrega a las escuelas, y han ganado un amparo para evitar su distribución.

Estamos de acuerdo en innovar palabras, o tomar las propias de algo, para apropiarlas a otros casos, pero no en vulnerar las existentes, aunque por economía de lenguaje algunas se han acortado.

La Real Academia Española tuvo –ya no- como segundo cometido -aparte de la gramática- un intento purista de rechazar las “influencias”, principalmente de los idiomas vecinos como francés y el inglés que, en España, ya invadían nuestro idioma desde el siglo XVII, y al no lograrlo, ahora tamiza esas tantas palabras, y registra en su diccionario las de más uso, sin embargo, el hecho de incluirlas, no significa que han sido aceptadas como correctas, sino que las incluye, solo para entender lo que leemos y escuchamos aun siendo barbarismos, esa es la finalidad del diccionario. Hay una corriente de palabras “nuevas” que invaden nuestra lengua, sobre todo anglicismos que se españolizan, ya que, se deben pronunciar no con la dicción británica o estadounidense, sino en español, como twitter, que en español ya se escribe y pronuncia “tuiter”.

La defendida “pureza” del idioma debería llamarse “pobreza”; porque para aceptar un neologismo -nueva palabra- no se requiere que falte su sinónimo en el español, basta que la nueva tenga o más propiedad, más energía o más contundencia o sonoridad o exclusividad.

Se dice que los puristas son fríos, secos y descarnados, pues igual resultan sus trabajos. José Reinoso, de la Academia de Letras Humanas de Sevilla, en 1798, reconoce; el derecho, que tiene, toda persona instruida, a “innovar con tiento”. Lo humanitario, lo fraternal, lo contundente sea del idioma que sea anula barreras entre pueblos y lenguas, sería un error querer que cada lengua se limite a sí misma.

Simón Bolívar, políglota, innovó muchos vocablos que después registraría nuestro diccionario. Emplea por primera vez “patriota” en 1812, en 1813 utiliza “terrorismo”; usa “liberticida” y “constituyentes” en 1826, unos tardarían pocos y otros más de cien años en ser registrados por la Academia; lo mismo sucede con investigaciones de historia que se van descubriendo y son aceptadas tiempo después. Por tanto; los que escribimos podemos innovar

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

Real Academia Española, fundada en 1713 palabras, y también jugar con la gramática para dar énfasis o un sentido distinto o adicional al texto incluso con palabras fuertes que además ahorran largas explicaciones, pero hay posturas puristas o hasta puritanas que lo ven como error. Cuate, en el sentido de amistad es una palabra atacada por los puristas, porque argumentaban era un error emplearla de esa manera ya que estaba registrada en el diccionario únicamente como un mexicanismo de gemelo. Hoy; cuate, es una palabra ya registrada por el Diccionario de la Real Academia Española también como “amigo íntimo”. Debemos tomar en cuenta que el diccionario registra palabras incluso apropiadas, en el sentido de raptadas -tomadas de otras- para uso distinto al propio. En nuestra muy extensa lengua mucho se admite el “sí, pero no” y el “no pero sí”, como en nuestro gentilicio “cuernavacense” que es un nombre propio, pero que indudablemente se escribe con minúscula como todos los gentilicios, salvo después de punto, en títulos o inicio de párrafo. ¡Hasta la próxima!

 

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