Una historia lleva a otra. Hace unos meses, Thomas Graber me solicitó investigar la historia de su casa en calle Nezahualcóyotl para publicarla en un libro pronto a salir. Así, es como fueron sumando otras historias como la del enigmático convento de monjas de clausura del siglo XVI, del que nada se sabía, integrado con esa y otras casas ubicadas dentro de la misteriosa y cerrada manzana frente y al oriente de catedral. Se sumaron también historias de personajes que en esas casas vivieron ya remodeladas con accesos a la calle, como del dueño del Rancho Cortés, cuya historia se enlaza con la de su amigo, dueño de Rancho Tetela, inmensos terrenos de sus mansiones particulares -hoy Raquet Club y Marymount- que convirtieron después en fraccionamientos.

Dos años atrás, desde Barcelona, me había contactado nuestro lector el arquitecto cuernavacense José Ignacio Pacheco, quien ya había terminado su tesis doctoral “Cuernavaca; Ciudad de Fraccionamientos Residenciales 1900-1997” investigada en el Archivo Municipal y otros, dirigida y avalada la “Universitat Politécnica de Catalunya”. Tiempo después nos encontramos para un intercambio de informaciones sobre la historia del desarrollo urbanístico de nuestra ciudad.

Conversamos que Cuernavaca se remonta una tribu azteca, que cuando se estableció en este lugar en el siglo XII, sus habitantes fueron llamados “tlahuicas, quienes, en sus terrenos de cultivo producían algodón, maíz, chiles y chía.

Ya en la época colonial, la ciudad estaba enmarcada en solo diez cuadras de norte a sur y cinco de este a oeste, hoy Centro Histórico, ahí se desarrollaba la vida cotidiana, la población seguía siendo agrícola en sus campos aledaños, y se sumaba la caña de azúcar. Para finales del siglo XIX la ciudad no había crecido, seguía circunscrita entre las Barrancas de Amanalco y la de El Chiflón, y de El Calvario a Cuauhtemotzin. Al suroriente, el Puente de La Emperatriz llevaba a la apacible villa de Acapantzingo, otro, al final de la hoy calle de Guerrero al barrio de Gualupita, y uno al poniente a San Antón.

La ciudad contaba con cinco plazas y plazuelas, la principal era mercado activo los lunes y jueves. Comprendía los separados barrios de San Juan, Santo Cristo, San Pablo y San Francisco, tenía 6,771 habitantes en sus quinientas casas y jacales.

Al inicio de siglo XX, la ciudad fue ocupando aquellos terrenos de labor, es cuando aparece la primera calle moderna, la “Calzada Leandro Valle” con su gran Puente Porfirio Diaz, que conectó el corazón de la ciudad por medio de un tranvía tirado por mulitas con la lejana estación de ferrocarril. Para entonces había 10 mil habitantes. Según los mapas, un siglo antes ya existía un pequeño y rustico puente en lo profundo de esa barranca que fue sustituido por el Porfirio Diaz.

Este nuevo puente conectó más fácilmente a la ciudad con la loma al nororiente, y fue aprovechado para en 1900 construir ahí el primer fraccionamiento de Cuernavaca “El Miraval”, nombre que ya tenía esa alta loma, y que afirmo es una reducción de “Mira Valle”-donde se mira el valle- loma donde antes hacían día de campo los cuernavacenses para mirar el verde valle de Cuernavaca con sus huertas y cañaverales. Ese primer fraccionamiento lo fundó Samuel Ryder para colonia de norteamericanos -fundador de Lomas de Chapultepec en Ciudad de México- a partir de ahí se inicia el desarrollo inmobiliario de Cuernavaca.

Durante la Revolución -ente 1917-18- la ciudad fue sitiada y evacuada por tropas federales, el año siguiente se empezó a repoblar, unas familias ya no regresaron a ocupar sus propiedades, entonces, la oferta inmobiliaria creció y se abarató, también hubo quienes se fueron apoderando de casas y grandes extensiones de terrenos abandonados o comprados bajo amenazas.

Para 1920 surge la popular Colonia Carolina en los terrenos de la ex hacienda de ese nombre, -por la hija del hacendado- legalizada hasta 1938.

A partir de los años ´30 un sinnúmero de terrenos ejidales, comunales y privados iban cambiando de manos campesinas a manos urbanizadoras y la ciudad empieza devorar sus terrenos de cultivo. En esas extensiones, surgían colonias burguesas. En 1931 surge la primera sección de Vista Hermosa, en 1945 Reforma ambas de don Raúl Estrada. En 1951 la 1ª y 2ª sección Cuauhtémoc de Vista Hermosa y Bosques de Miraval ambos de don Mario Estrada.

En 1952 Rancho Tetela del coronel Harry Estewart; en 1954 Rancho Cortés de su amigo Axel Wenner-Gren, y al lado “Loma Linda” de Carlos Lavín Oliveros. En este mismo año el Fraccionamiento -alrededor delClub de Golf; y al sur, aledaño a Cuernavaca surge Lomas de Cuernavaca de los señores Basurto, padre e hijo. En 1955 Delicias y Miguel Hidalgo. En 1957 Jardines de Ahuatepec, El Conquistador, Maravillas y Prados de Cuernavaca. En 1959 Jacarandas, Jardines de Cuernavaca y Quintas Martha. En 1961 Potrero Verde -nombre de ese rancho lechero-. En 1965 Jardines de Tlaltenango. En 1970 Jardines de Ahuatepec, Prados de Cuernavaca, Los faroles y Rincón Delicias. Son algunos de los más conocidos, hasta 1970.

De 1930 a 1997 los fraccionamientos autorizados sumaron 270. Y la ciudad siguió creciendo, la mancha urbana rebasó los límites de la ciudad y del municipio, ahora mira a las lomas del poniente.

¡Hasta la próxima!

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