Fue en Monte Albán Oaxaca donde admiré las figuras humanas labradas en piedra llamadas “Los Danzantes”, sin embargo, resultó que representan a enanos, jorobados, o con otros defectos en posiciones distintas que se interpretaron como si estuvieran bailando a quienes se les tenía veneración en un edificio principal.
Por la investigación que inicié en 1995, caso similar resultaron ser las colosales cabezas olmecas muy anteriores a las de Monte Albán, localizadas en Tabasco y Veracruz, que han sido un misterio, centro de especulaciones y controversias en cuanto a su creación y función. Se ha insistido desde el descubrimiento de la primera cabeza en 1853 por José María Melgar Serrano, que tienen rasgos negroides por sus gruesos labios y nariz ancha, sin haberse esclarecido como pudo haber llegado esta influencia africana a América siglos antes de la era cristiana, además, sin dejar descendencia con esos rasgos, tampoco se han encontrado objetos africanos en la zona, ni rastros de ADN africano en los entierros de personajes. También se ha dicho erróneamente, desde mi punto de vista, que por su tocado representaban a diferentes gobernantes; otros aseguran que eran guerreros destacados y que esos tocados son cascos de guerra, y así están descritas en el Museo Nacional de Antropología e Historia y en documentos oficiales.
La elaboración de esas 17 colosales cabezas fue a lo largo de más de 1100 años, por lo que, para ser todos guerreros o gobernantes iguales entre sí, resultaría prácticamente imposible. Sino que, por lo que he investigado, tal semejanza se debe a que todas son representaciones de personas con el Síndrome de Down mismas que, estas siempre guardan un extraordinario parecido entre ellas, ya que este síndrome, es una condición genética causada por la presencia de un cromosoma 21 extra. Esta copia adicional altera el desarrollo del cuerpo, resultando con características físicas distintivas, como ojos con forma almendrada y cuello corto.
Así culminé mi investigación, concluyendo que para nada representan a gobernantes o guerreros.
El 12 de febrero de 2020, en “Reporte de Prensa” de la revista Costa Veracruz, se dio a conocer que la investigadora Ann Cyphers y científicos genetistas descartaron otra vez que su origen sea africano.
Cuando hace décadas, examiné varias de esas cabezas, desde el primer momento me parecieron ser, o de enanos o más bien de jóvenes con Síndrome de Down, de lo que no hay antecedentes de haberse mencionado, llegando a la conclusión de que esas cabezas correspondían a personajes con ese síndrome, de ahí su gran parecido. Encontré información de que los descendientes de la cultura olmeca de esa zona consideran “dioses de amor” a los niños con ese síndrome por ser muy afectuosos. En aquel entonces también se consideraban personajes sagrados porque la propia naturaleza los escogía y los hacía únicos entre los demás individuos. Los especialistas describen este síndrome con “cara redonda y relajada con nula expresión muscular, cuello corto, mejillas carnosas, narices anchas y chatas, orejas pequeñas y deformes, y ojos oblicuos almendrados ligeramente entrecerrados con mirada perdida” esta última, representada siempre por la carencia de pupilas, características que tienen todas esas esculturas.
Encuentro también información de que esa creencia llega hasta nuestros días cuando hace unos años, en esa zona, vino al mundo un niño al que su madre, de edad avanzada, puso por nombre “Precioso Regalo”, nacido en La Venta Tabasco, lo nombró así porque recibió de la naturaleza un niño distinto con los elementos del síndrome.
Aparte de las cabezas colosales, hay esculturas de cerámica de cuerpo completo, generalmente de 25 a 35 cm, brillantes, de color blanco o crema, con la cabeza grande. Igual tienen ojos almendrados, las extremidades cortas y gruesas, y todas en diferentes posturas, están desnudas y recuerdan a niños con características de ese síndrome sentados o gateando. Los olmecas también los tallaron en piedra, las figuras más pequeñas fueron en jade, algunas –se dice- con fuertes rasgos de jaguares, que pueden representar el mito olmeca acerca de la interacción del jaguar o del espíritu jaguar con mujeres, en este mito, se dice que un jaguar copuló con una hembra humana y así dio nacimiento a los “hombresjaguar”, representados como niños y jóvenes masculinos con ese síndrome.
Un caso documentado, se da en La Venta en Tabasco, con el legendario Garra de Jaguar un guerrero, sacerdote y gobernador supremo, que no era el ser más importante, sino un adolescente “cara de niño”, que ya había presenciado diecinueve cambios de estación -años de vida- al que daban todas las comodidades en un área separada de la comunidad habitada también por el jefe “Garra de Jaguar”.
La mayoría de esos niños morían en la infancia. A los que llegaban a una edad adulta, se les honraba con una figura colosal de su cabeza en piedra. Las más antiguas datan de principios del 1500 al 1000 a. C. y algunas del 1000 al 400 a.C., las primeras tienen más de 3500 años de haber sido elaboradas y las últimas 2400. Pesan alrededor de 6 a 25 toneladas, mientras que la mayor está entre 40 y 50 toneladas, aunque esta fue abandonada sin terminar.
Entre los olmecas, el espíritu de la lluvia aparece en su mitología como un niño o enano.
*Investigación entregada al INAH.
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