La política es el arte de disfrazar el interés particular de interés general. 

Edmond Thiaudière, escritor y filósofo francés

Con una chamba política de oportunidad y limitado trabajo legislativo, la diputada local por el Distrito I de Cuernavaca Alejandra Flores Espinoza carga con más de dos cruces en sus afanes de grandeza. 

De hecho, el entorno tampoco le ha favorecido, pues entre sus más cercanos hay señalamientos sobre la posesión ilegal de vehículos automotores y sobre operaciones turbias en cargos públicos. 

La no licenciada en Comunicación se ha presumido como experta en esta materia, no tanto por algún trabajo periodístico, sino por una prolongada tarea de elaborar boletines, principalmente. 

Con ese bagaje y coincidente el ascenso del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Alejandra reventó sus ligas con el perredismo y concursó por la diputación en coalición registrada por el Partido Encuentro Social (PES). 

Ajena, sin embargo, a los principios ideológicos de Encuentro Social, Flores Espinoza ostenta nociones de interés particular en algunos espacios y, en otros, de “tribu” partidista morenista, que soterradamente son contrarios a la visión del Gobierno estatal. 

Su magro trabajo legislativo, más que el parlamentario, ha sido exhibido por la asociación civil Morelos Rinde Cuentas, y como fontanera en los sótanos de la política ha resultado reprobada. 

Políticamente “entenada” de otro “entenado”, Miguel Lucia Espejo, le diputada Flores Espinoza ha jugado las contras a diversos proyectos de servicio público del gobierno estatal, como fue desde el inicio de la administración para fortalecer el Mando Coordinado de seguridad con todos y cada uno de los gobiernos municipales. 

Dentro del mismo Congreso estatal, las maniobras para desestabilizar al presidente Alfonso Sotelo Martínez, coincidentemente representante del partido que es gobierno, el PES, han ahondado en diferencias que incluso han sido escuchadas por el primer morenista del país. 

Por lo visto, en las tareas políticas le ha fallado a su mentor, y en su carácter de temporal encargada de la Junta Política hay suficiente materia prima de investigación y probable responsabilidad para la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización. 

CON CERCANOS IMPRESENTABLES 

Es de dominio público su relación, aparte del plano sentimental, con Omar Barrera Hernández en la talacha política, siendo parte de la “tribu” morenista que lo llevó a la dirección del Instituto de Investigaciones Legislativas, en el Congreso de Morelos, en diciembre de 2018. 

“Entenados” ambos de Miguel Lucia, no han cuajado su misión contra Alfonso Sotelo, tampoco hacia el gobierno estatal y la gestión de recursos para la “tribu” que encabezaba Yeidckol Polevnsky no se dio tampoco, cuando la presente legislatura está a un suspiro de cerrar. 

Alejandra Flores y Omar Barrera se mueven como uno solo, pero antecedentes como el del Bar Sofía y la frecuencia con que aparecen en la nómina del Congreso y del Ayuntamiento de Cuernavaca los apellidos Flores, Espinoza, Barrera y Hernández, suponen más del modus operandi de este grupo morenista. 

Y como si ya casi un trienio no fuera suficiente para evidenciar las limitaciones de la diputada Flores Espinoza y esfumada la probabilidad de buscar la alcaldía de Cuernavaca, está en la carrera para mantener la posición en el Congreso local. 

Las diferencias a nivel local en las filas de los partidos Movimiento de Regeneración Nacional y Encuentro Social, que en el plano nacional van en una misma, muestran el bajo nivel de operación que lleva a cabo los “entenados” en Morelos, como diría el profe Octavio Rodríguez Araujo.

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