El monte Everest, es la montaña más alta del mundo con una altura de 8.848 metros sobre el nivel del mar. Localizada en el Himalaya, marca la frontera entre Nepal y China.

El clima es extremo. En Enero, el mes más frío, la temperatura promedio en la cumbre es de -36ºC, pudiendo llegar incluso a los -60ºC. En Julio, el mes más cálido, la temperatura promedio en la cumbre es de -20ºC. Si a eso le sumamos el viento, la sensación térmica es mucho mayor.

A partir de los 8.000 metros, se entra en lo que se conoce como “zona de la muerte”, una zona donde la aclimatación es casi imposible, la cantidad de oxígeno respirable es un tercio de lo habitual y se necesita la utilización de botellas de oxígeno (aunque existen algunos casos en que han alcanzado la cumbre sin la ayuda del oxígeno).

Una vez en la “zona de la muerte”, la vida del escalador está en serio peligro. Si sufriera el temido “mal de altura”, roturas, congelaciones, o cualquier circunstancia que le impidiera moverse por sí mismo, sería prácticamente imposible su rescate.

Si cae al suelo y no es capaz de moverse y levantarse por su propio pie, es casi imposible que un grupo de escaladores lo saquen de la “zona de la muerte”. Aparte de las altas temperaturas y la dificultad del terreno, a esa altitud, por cada paso que se da, un montañero experimentado puede necesitar realizar hasta 3 respiraciones, incluso el corazón va mucho más rápido en reposo para suministrar oxígeno con más frecuencia. Tampoco hay helicópteros de rescate a esa altitud.

Hay más de 200 cadáveres en el Everest, 150 nunca se han encontrado. Las rutas de acceso a la cima, están plagadas de cuerpos (más de 40), que han quedado en el punto exacto donde murieron. Muchos de ellos (al desconocerse de quién se trataba), han sido ‘bautizados’ con nombres y son utilizados como puntos de referencia.

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