Hay determinados ruidos, sabores y olores que provocan un "flashback" en la memoria, un auténtico regreso al pasado sensorial que activa una serie de mecanismos emocionales en el cerebro. Uno de estos olores es el de la plastilina, especialmente de la marca Play-Doh, propiedad de Hasbro desde 1991, que lleva implantando este bonito recuerdo en la cabeza de los más pequeños desde los años cincuenta, según ElPaís.com.

Hasbro es muy consciente del valor sentimental de este olor, procedente de la arcilla artificial hecha con cera, derivados del petróleo y colorante. Por ello, han decidido patentar el olor a plastilina Play-Doh, aunque todavía no han señalado que vayan a comercializar otros productos con dicho aroma. Así, se convierten en una de las pocas marcas registradas de olores en Estados Unidos, según un comunicado de la propia compañía.

Según se ha descrito en la Oficina de Patentes y Marcas estadounidense, la plastilina Play-Doh huele a "vainilla dulce, ligeramente almizclada, con ligeros matices de cereza, combinada con el aroma natural de una masa salada a base de trigo". Un olor procedente de una receta que ha permanecido prácticamente inalterada, pasando de hijos a abuelos. De hecho, hay personas que admiten mantener un bote junto a su ordenador del trabajo, puesto que les tranquiliza.

"El aroma de Hasbro siempre ha sido sinónimo de infancia y diversión. Registrando oficialmente el aroma icónico, protegemos el incalculable punto de conexión entre la marca y sus fans para años venideros", ha expresado Jonathan Berkowitz, uno de los responsables de marketing de Play-Doh.

Lo que no está muy claro es cómo nació la propia plastilina, ni siquiera para los historiadores. Lo único que parece estar claro es que, al comienzo, no tenía nada que ver con la infancia. Muchos afirman que el inventor sería el farmacéutico Franz Jolb, que buscaba una alternativa para que la arcilla no se secara. Su idea fue vendida a Faber-Castell, que la empezó a comercializar diez años después bajo el nombre Kunst-Modellierthon.

Pero otros señalan al profesor de arte inglés William Harbutt en 1897, intentando solucionar los problemas que los estudiantes tenían con la arcilla tradicional. De esta forma, inventó un "barro que no se seca", patentado en 1899. Posteriormente, le dio color y lo transformó en un instrumento pedagógico. En Estados Unidos, se comercializó en los años treinta como limpiador de papel pintado, pero unos niños lo utilizaron improvisadamente como juguete. De ahí nació Play-Doh, un auténtico éxito de ventas.

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