Cuautla, Morelos.- Como cada primero y 2 de noviembre, México festeja a sus muertos y lo hace de una manera muy peculiar. Los olores, colores, sabores y un sinfín de emociones se sienten a flor de piel, las veladoras, el papel picado, el pan de muerto, las calaveras de azúcar o amaranto, así como las flores de Cempasúchil y Terciopelo se vuelven objetos primordiales de cada ofrenda en dicha festividad.

La flor de Cempasúchil también conocida como la “flor de los Muertos”, tiene su origen en tiempos prehispánicos, su nombre proviene del náhuatl Cempoalxóchitl (flor de veinte pétalos). Para nuestros ancestros la muerte era veneración y gozo, ya que el camino al inframundo representa la vida eterna.

La flor de Cempasúchil con su color amarillo intenso es utilizada en México en la decoración de la tumba, ofrenda y en general todo el ritual de Día de Muertos. Sus pétalos marcan el camino que deben seguir las almas de los difuntos hacia los altares hechos en su memoria. 

Tradicionalmente se decía que sus pétalos guardaban el calor del sol, por ello iluminaban el camino de regreso de los difuntos, estos también son empleados en la realización de collares cuyo símbolo es la bienaventuranza.

Por: Erika Torres
local@diariodemorelos.com

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