Lo  sucedido  en  Huitzilac  es  una  alerta.  La  población,  al  linchar  a  dos presuntos maleantes, nos habla del hartazgo social. Es un reproche a la  falta  de  resultados  en  el  combate  a  la  delincuencia.  La  justicia  por propia  mano  no  se  justifica  de  ninguna  manera.  Huitzilac  es  un municipio donde las leyes poco se respetan. Las irregularidades en la tenencia  de  la  tierra,  asaltos,  invasiones,  secuestros  y  abandono institucional, son caldo de cultivo de actitudes violentas. Pero, no sólo es Huitzilac. 

En Sicilia, Italia, durante la segunda guerra mundial, la mafia vuelve a  resurgir  gracias  a  la  alianza  que  hizo  con  las  tropas  americanas para permitirles desembarcar en sus costas en forma segura.  Andrea Camilleri,   quien   escribe   una   saga   de   30   novelas   policiacas   cuyo personaje,  el  comisario  Salvo  Montalbano,  descubre  a  los  criminales al  tiempo  que  nos  hace  conocer  la  rica  gastronomía  siciliana  y  los modos  de  ser  de  la  gente  de  esa  parte  de  la  bella  Italia.  En  su  último libro “Vosotros no Sabéis”, describe magistralmente a la Cosa Nostra. Así  se  conoce  a  la  mafia  siciliana.  El  libro  en  comento,  gira  alrededor de un legendario jefe de la mafia: Bernardo Provenzano. Su influencia en  la  política  siciliana  fue  definitiva.  Le  permitió  tener  acceso  a  los contratos  de  obra  pública  y  así  extorsionar  a  los  constructores. Bernardo  Provenzano  no  utilizaba  teléfonos.  Toda  su  comunicación era   por   medio   de   pizzini,   papelitos   en   los   que   escribía   las instrucciones.  Nació  en  Corleone,  cerca  de  Palermo,  y  logró  evadir  a la justicia por 43 años.  

Por  supuesto,  los  linchados  en  Huitzilac  no  son  obra  de  ninguna mafia. Es el pueblo con miedo y enojo. Quizá, los desgraciados no eran parte  del  crimen  organizado.  La  matanza  en  la  colonia  Barona  o  en las  avenidas  de  Cuernavaca,  son  alertas  también  de  lo  que  sucede cuando la Autoridad es débil o inexistente. Estos hechos deberían ser el detonador para encauzar la energía social y contener al crimen. 

Morelos tiene miedo. No es para menos. El Reforma publicó el sábado pasado  los  índices  delictivos  que  le  dan  a  Morelos  el  primer  lugar  en varios delitos. Más de 100 homicidios al mes sin duda es alarmante.

INEGI  viene  alertando,  encuesta  tras  encuesta,  del  miedo  que  tiene Morelos.  En  la  ENVIPE  2021,  Estima  que  el  29%  de  los  hogares  en Morelos tuvo al menos una víctima. 170 973 hogares lo sufrieron. Por eso   en   la   vida   cotidiana,   dos   terceras   partes   de   las   familias morelenses no permiten a sus hijos menores de edad salir a la calle o usar   joyas.   Tienen   miedo.   El   miedo   y   la   frustración   producen comportamientos delirantes como lo sucedido en Huitzilac. 

Giovanni  Falcone  y  Paolo  Borsellino,  fueron  los  jueces  antimafia  a prueba   de   corrupción   en   Sicilia.   Ambos   asesinados   con   bombas. Llevaron  a  cabo  los  procesos  judiciales  contra  la  Cosa  Nostra,  el llamado  “Macroproceso  contra  la  mafia”.  

Se  llevó  a  juicio  a  cerca  de 500  mafiosos.  No  fue  sencillo.  Tuvieron  que  construir  un  búnker  en donde se instaló el tribunal y encarceló a los delincuentes entre duras medidas   de   seguridad.   Después   de   dos   años,   muchos   fueron sentenciados a cadena perpetua. Sicilia pudo respirar gracias a que la población dijo “Ya Basta”. Salió a la calle, hizo pintas y mostró su   “No a la mafia”. 

En Morelos se ha hecho un esfuerzo para elevar el nivel de los policías  y  prevenir  su  corrupción  pagándoles  mejor  y  capacitándolos.  Sin embargo  no  es  suficiente.  Las  diferencias  de  salarios  de  los  policías entre  los  municipios  es  reveladora.  Los  salarios  van  de  $3,901 (Amacuzac)   hasta   $13,995   (Cuernavaca),   según   Morelos   Rinde Cuentas.

La estrategia anti mafia en Sicilia funcionó. La clave fue por un lado la exigencia y participación social de No más Mafia. Por supuesto el caso de   Morelos   no   es   igual.   Trato   de   mostrar   la   necesidad   de   la participación   de   la   sociedad   y   la   depuración   del   sistema   de procuración  de  justicia.  La  impunidad  y  la  corrupción  tendrían  que verse  desde  nuevos  ángulos  y  resolverse.  Desde  propiciar  un  nuevo modelo  integral  de  seguridad,  con  cero  tolerancia  a  la  delincuencia, hasta  la  limpia  de  funcionarios  corruptos.  Cero  impunidad  sería  la idea. 

La   dignidad   de   la   autoridad   del   sistema   de   justicia   debe   ser recuperada.  La  gente  no  cree  en  ella,  y  por  eso  no  denuncia.  INEGI muestra que el 40 % de la población morelense no confía en los jueces; el  43  %    tampoco  confía  en  los    policías  ministeriales,  el  45  %  en  los municipales  y  el  53%  en  los  de  tránsito.  La  cifra  negra  en  todas  las estadísticas  de  los  delitos  supera  el  95  %.  La  cifra  negra  es  la  que  la población no denuncia. Es momento de decir, como los sicilianos:  ¡Ya Basta!.

Por: Ariel Homero López Rivera opinion@diariodemorelos.com

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