Antonio Rivapalacio López (ARPL) sostenía que la apertura del PRI hacia la democracia en Morelos, se fue dando de manera paulatina. Los últimos gobernadores del Estado hasta 1982 habían sido designados por el presidente de la república sin ser oriundos del Estado: Emilio Rivapalacio López, Armando León Bejarano y Lauro Ortega Martínez, para no ir más lejos.
María Victoria Crespo y Oscar Sergio Hernández lograron un interesante documento que llamaron
“Gobernadores. Entrevistas sobre la democratización en Morelos” (UAEM. 2016). Fue resultado de entrevistar a 5 gobernadores de Morelos. Según los autores, buscaban indagar -…cómo se fue orquestando el proceso de transición democrática que derivó en “la primera alternancia”en el 2000 y en la “segunda” en el 2012-. Texto, que abre una rendija y atisba de primera mano, a la opinión de los ex gobernadores de cómo se llegó a la alternancia. A la democracia.
Entender la política de Morelos demanda hacer un recorrido, aunque sea breve, de los acontecimientos de la última década del siglo pasado, nos dicen Crespo y Hernández. No les falta razón.
Rivapalacio les dijo, que el PRI pierde por el distanciamiento entre Jorge Carrillo Olea (JCO) y la sociedad. Aunque reconoce que también influye el avance democrático logrado en el país a partir de los sucesos de1968. También sostenía que la crisis política en Morelos de 1998, fue causada por las diferencias entre el presidente Zedillo y el gobernador Carrillo; la capital del Estado en manos de un panista; el congreso con mayoría de oposición; una sociedad alebrestada exigiendo seguridad pública en las calles. Según ARPL, el equipo de trabajo de JCO no hizo bien su trabajo. Destaca el fallido intento de construir un club de golf en Tepoztlán, ante la abierta hostilidad de una parte de los habitantes. Orientados por los avecindados venidos del entonces D.F.
Los dos gobernadores coincidían en la necesidad de “abrir” al sistema político imperante en el país y en Morelos. Entendieron que la oposición debía participar más… pero con medida y dosificada desde el gobierno y su partido.
La supuesta auscultación que realizaba el partido para designar a un candidato a la presidencia o para gobernador, era una “auscultación” que terminaba en la mesa del presidente de la república y era quién decidía. Las asambleas abiertas entre la militancia del partido oficial, nunca tuvieron posibilidades. (DCV:1972)
La caída de JCO, según sus propias palabras, se debió al temor del presidente Zedillo, quien le achacó una conjura de gobernadores para boicotear el gobierno de Zedillo. (Cosa que Carrillo, niega rotundamente). La animadversión del presidente contra Carrillo, se convierte en un sordo y manipulado plan para derribarlo y culmina con la petición del secretario de gobernación para que presente su renuncia. Según el gobernador, el secretario Labastida, le mostró una encuesta telefónica de 500 llamadas sobre la necesidad de su renuncia. Renunció y luego fue perseguido hasta lograr inhabilitarlo por 10 años.
Era el fin del siglo XX y el Estado de Morelos entró en una dinámica insólita. Pareciera que había despertado del confort. Líderes a modo (y con recursos de la Lotería Nacional), la gente salió a las calles en movilizaciones. Curiosamente, se sumó la Iglesia. Para el PRI, el daño estaba hecho. Por primera vez en muchas décadas, se había descarrilado un gobierno, y pagaría las consecuencias.
El congreso estaba formado por el PRD, PAN y el PRI. El PRI, al no tener la mayoría no pudo, ¿o no quiso?, defender al gobernador Carrillo. Después de un complejo episodio donde concurrieron “todas las fuerzas políticas”, llegaron a un final feliz. El PRI tenía el derecho de silla, (ley no escrita). La cámara de diputados designó con 27 de 30 votos al presidente del PRI para que concluyera el sexenio: Jorge Morales Barud. La democracia representativa, había funcionado y le dio al Estado la gobernabilidad que parecía perdida. ¿La democracia, había llegado?