Slavoj Žižek es un filósofo nacido en Ljubljana, Eslovenia. Pensador controvertido y profesor invitado en varias de las universidades reconocidas de EUA e Inglaterra. Ha publicado una treintena de libros. Tiene como virtud utilizar la cultura popular y la literatura para abordar los complejos temas de la vida contemporánea.

Encontré en la librería el Péndulo en la CDMX, un breve ensayo de él “Contra la tentación populista”. Después de haberlo leído y releído, pues el tema en la actualidad en nuestro país, gravita sobre nosotros. Es una tarea ardua entender al populismo, porque no es fácil definirlo y hay polémica sobre sus características.

Después de analizar lo que sucede en Europa entre las dos principales concepciones políticas vigentes en los últimos decenios: el modelo anglosajón y el modelo francogermano, Žižek observa que el populismo puede estar integrado por gente de derecha o de izquierda. Lo advierte como una respuesta utilizada por políticos con o sin partido, para acceder al poder en las democracias. Simple, pero no por ello carente de riesgo, pues puede emigrar a un modelo fascista o quebrar a un país.

En esencia, el populismo trata de convencer (y lo hace) a la población, mediante una propuesta que pretende resolver los problemas sociales que enfrenta. Con una fraseología simple y reduccionista: “hemos perdido el empleo por culpa de los inmigrantes”; “la religión de los otros es una amenaza”; “Estamos siendo invadidos”; “el neoliberalismo es el responsable”; “el imperialismo es un peligro”. Luego se hace la conversión hacia: El pueblo, concepto que aglutina a grupos, clases sociales, organizaciones, instituciones, etc. para resolver sus agobiantes problemas con fórmulas sencillas, pero que no los resuelve.

El populismo requiere un líder carismático. Es el que sintetiza las demandas de ese pueblo. El que decanta el problema y da la solución. El que las simplifica y no tiene capacidad (o no quiere) para entender y aceptar la complejidad de los problemas sociales y logra, mediante esa simplificación del pueblo y para el pueblo, la peligrosa ola a su favor de la sociedad en su Parlamento; conquista y logra así el control para modificar las leyes a su conveniencia. Es entonces cuando las sociedades pueden ir hacia un modelo fascista y donde muestra su cara intolerante, rígida, autoritaria, antidemocrática y sumamente peligrosa.

Ante esa disyuntiva, lo que nos propone Žižek es “…la búsqueda de una forma de movilización política que, aun compartiendo con el populismo su crítica a la política institucionalizada, logre evitar la tentación populista” (subrayado mío). Pues es claro que ciertos temas como luchar contra la corrupción, contra la pobreza, la contaminación ambiental, etc. son luchas válidas, pero sin un contenido realista no son la manera de solucionar la complejidad de los problemas sociales.

Volteando la cara hacia el México actual, podemos observar que estamos en esa dinámica. Son evidentes los serios problemas que se tienen que resolver: inseguridad, salud, contaminación, pobreza y corrupción. Como también lo es el modo populista con el que se están intentando resolver, haciendo que parezca que el pueblo decide por medio de asambleas y en su nombre dejando al margen la racionalidad crítica, técnica y científica. Fustiga al capital depredador en el discurso pero reconociendo su participación en el desarrollo económico del país como se observa en el acuerdo del T-MEC y permitiendo la inversión privada en obras de infraestructura. Una suerte de esquizofrenia que nos ha tenido durante todo el año con el Jesús en la boca, un día levantándonos con una sonrisa y el siguiente con una mueca.

El problema a resolver es que por un lado la propuesta del capitalismo (hoy, neoliberalismo rampante), que nos tiene embelesados con sus maravillas tecnocráticas que nos permiten estar al momento en cualquier parte del mundo, escudriñar el universo, etc. , no puede resolver el tema de la pobreza. Por el contrario, la acumulación del capital nos lleva a un camino de concentración perversa como lo demuestra Pikkety (El capitalismo en el S. XXI) y las vías del socialismo y del comunismo (URSS, China, Cuba…) han demostrado claramente no ser la respuesta tampoco. Pero una vuelta al pasado populista de los años sesentas y setentas, tampoco es el camino, por más que la vistamos de historia. Aunque la tentación es grande, no debemos permitir que el populismo sea la vía.

Tomemos las evidencias técnicas, económicas y científicas exitosas de otros países para que nos guíen. El populismo no nos llevará a buenos resultados.

Pongo la mejor sonrisa y me permito desearles unas fiestas alegres y un 2020 con optimismo mesurado.

 

 Ariel Homero López Rivera
opinion@diariodemorelos.com

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