En esto creo” es el título de un libro de Carlos Fuentes en el que hace un recorrido en el que toca los temas que le importaban; conforman un enorme abanico con lúdicos textos en los que comparte sus creencias.

Tomo el título de su libro para mostrar lo importante que sería que los que aspiran a gobernar un país, un Estado, un Municipio o legislar, deberían de darnos a conocer “en qué creen”... Ello nos daría la posibilidad de conocer su pensamiento, sus prioridades, y los temas que les preocupan.

Sería viable la posibilidad de escoger a candidatos con los que nos identificáramos , y que por su experiencia, sabríamos qué esperar de ellos. Si los escucháramos de viva voz, en debates públicos abiertos, podrían dejarnos entrever sus pasiones, sentimientos, intereses, y hasta los temores. Podríamos votar por razones que van más allá de una fotografía o un eslogan plasmados en carteles, folletos, pancartas, redes, videos, etc.

Tendríamos la oportunidad de conocerlos fuera de los lemas y promesas de campaña que otros diseñan. Podríamos descartar a los que venden su imagen para favorecer a un partido, o por intereses egoístas solamente para ser famosos. Los Blue Demon o las Paquitas del Barrio, actores y actrices o deportistas encumbrados, mostrarían si verdaderamente tienen ideas y experiencia para ejercer un puesto público.

Si conociéramos sus creencias, sabríamos si con ellas podrían enfrentar las crisis que tenemos y las que vendrán. Votar sólo por la fama ha demostrado que no sirve para gobernar bien ni para legislar. Morelos está metido en una vorágine perversa, sin liderazgo que nos lleve a sortear las adversidades.

Caminar por la calles de Cuernavaca es ver la ausencia de una política clara para manejar la crisis de salud y la inseguridad. Nos dicen que estamos en alerta roja y no hay nada que lo muestre. Las calles funcionan como cualquier día normal. No hay autoridad.

Israel ha obtenido los mejores resultados en el manejo de la pandemia. Liderazgo y estructura de salud eficiente. A pesar de la crisis política por la que pasa su presidente al estar acusado de corrupción, construyeron una política pública emergente para hacer frente a una desconocida y terrible enfermedad. Israel actuó con rapidez y negoció antes que nadie con los laboratorios. Se dictaron con oportunidad y firmeza protocolos para impedir la circulación social. Organizaron un sistema para obtener pruebas y están siendo muy eficaces en la aplicación de las vacunas. Han vacunado a estas fecha a más de la mitad de su población, que lo sitúa como el país mas eficaz en el proceso de vacunación contra COVID-19.

Es cierto que tienen recursos económicos. Pero diseñaron con rapidez cómo debía de organizarse la sociedad. No esperaron que otros hicieran la chamba por ellos. No esperaron a que los americanos dijeran el cómo y el qué y el cuándo. Actuaron con sentido común y con sentido de urgencia, y protegieron a sus poco más de 9 millones de habitantes.

Morelos actuó como reflejo de la política nacional, si es que se le puede llamar política. Sin liderazgo, ni estructura ni capacidad de organización. Morelos es de los Estados que han tenido los peores resultados en contagio y en muertes por covid-19.

La estrategia para hacerle frente se conoció desde muy pronto y no era cuestión de dinero: Cubrebocas, sana distancia , higiene de manos, y pruebas y aislamiento a todos los contactos.

La comparación pareciera exagerada y quizá lo es, pero lo que se debe destacar es que cuando se cuenta con liderazgo y se sigue lo que dicta la ciencia, se pueden construir con oportunidad políticas públicas emergentes efectivas. Si se analizan los resultados de Israel, se ve que es un asunto de organización social y de administración, más que de dinero.

Las curvas epidemiológicas han demostrado que los contagios y la mortalidad descendieron en el grupo de adultos mayores en cuanto los comenzaron a vacunar, lo cual han hecho muy rápidamente.

Ante el fracaso en la popularidad de los partidos políticos, éstos han recurrido a proponer como candidatos a personajes externos que ni siquiera conocen su declaración de principios o sus estatutos, pero son conocidos entre la población, ya sea porque cantan bien, porque son bien parecidos o porque han sobresalido en los deportes… No importa si tienen los atributos indispensables para poder gobernar bien.

Esto es una prueba de su fracaso como institución política, incapaz de generar sus propios cuadros, incapaz de comprender su propia identidad y de asumirla.

Carlos Fuentes decía: “Me preocupa un orden capitalista autoritario en el que, sin enemigo comunista totalitario al frente, se le imponga al mundo un modelo único y dogmático de mercado” .O bien, “Me preocupa que el imperio de la droga cree su propia jurisdicción impune…”

Si conociéramos las verdaderas ideas de estos candidatos de última hora, y cómo las piensan llevar a cabo, sabríamos al menos algo de lo que serían capaces o no de hacer; sabríamos cuáles son sus prioridades; podríamos decidir si les otorgamos o no nuestra confianza; y no tan sólo quedarnos pasmados ante la desmesura de los partidos políticos de contratar para su mísera supervivencia, hasta ex- gobernadores, artistas y otros cartuchos quemados. Perdimos el rumbo. ¿Perderemos la oportunidad de recuperar algo de dignidad democrática?

Que nos digan en qué creen…lo sé, no es posible. Es demasiado pedir…

Por:  Ariel Homero López Rivera / opinion@diariodemorelos.com

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