¿Cómo imaginar la participación de la sociedad civil en política?
No hay que olvidar que Morena no es un partido. Es un movimiento formado y acaudillado por un líder que supo captar la inconformidad de lo mexicanos. Luego se hizo partido pero no lo llamó así. Los movimientos tienden a desaparecer una vez cumplido o no los objetivos que se plantearon.
Los partidos mexicanos no gustan de la democracia. Aunque hay respetables excepciones temporales. Son organizaciones cupulares que dirigen sus estructuras a partir de una cultura política no democrática. El común denominador es que un pequeño grupo o un sólo personaje toma las decisiones.
Como en una vitrina, estamos observando el comportamiento de cada uno de los partidos rumbo a las elecciones. Nítida repetición del modelo: hoy corcholatas. Antes tapados. En ambos modelos las decisiones importantes las toma una sola persona. Ambos modelos pretenden cubrir la imagen de ser demócratas, mediante artilugios de mercadotecnia y aparentando decisiones democráticas.
Morelos, una sociedad que ha logrado decirle una y otra vez a los que gobiernan: ¡Váyanse, no pudieron! Es un estado que entendió la democracia. Los partidos, no. Pero, las mayorías morelenses están seriamente influenciadas por las inercias políticas nacionales. Pero no siempre.
Ante la ausencia de democracia en el interior de los partidos, han surgido organizaciones civiles con la intención de incidir en la conducción del país. Quizá es el momento. El país vive una crisis política que tiende a polarizarse. La lucha se está decantando en dos bandos, al margen de sus signos políticos de izquierda o derecha. Los llamados adversarios, han logrado aglutinar a fuerzas políticas con marcadas diferencias, pero con un objetivo común: sacar del poder a Morena. El bando (¿o banda?) en el gobierno está dispuesto a preservarlo, cueste lo que cueste.
Por ahora vemos al interior de Morena una lucha encarnizada rumbo al 2024, para hacerse notar a los ojos del otrora llamado el gran elector. En la tierra de Zapata se sostiene una lucha sorda y en los oscurito, por ganar el cariño, no del pueblo, sino del gran elector.
Los partidos de oposición de Morelos, casi inexistentes, semejan un rompecabezas de piezas que no encajan; se ve difícil que puedan llegar a tener acuerdos para presentar un solo frente. A sus dirigentes no se les da pensar y actuar para construir nuevos modos de hacer política. Léase democracia.
La reciente creación de la organización política a nivel nacional Mexicolectivo integrado por varios colectivos, es una propuesta interesante que puede crecer y constituir una plataforma de despegue para nuevas ideas y liderazgos. Refrescar el ambiente y dar un aire nuevo a la lucha política. Tiene que superar la inercia de crear una organización de cúpulas. Tendrá que voltear a ver al pueblo. Movimiento Ciudadano forma parte del él y mantiene su posición de no aliarse con los partidos de siempre.
Algunos analistas ven mal, o bajo sospecha, que partidos diferentes caminen juntos. Sin embargo, la política reclama continuamente alianzas, pactos temporales y específicos cuando se tiene un objetivo común. Se vale, cuando se está en desacuerdo con los que, a su juicio, llevan al pueblo por un camino equivocado.
Al final de cuentas es la democracia, la que garantiza el castigo para aquellos que no logran convencer con sus acciones y resultados cuando gobiernan.
Nada está escrito. Morena puede ser un movimiento que será castigado. No hay duda. Las nuevas formaciones políticas que pretende sintetizar Mexicolectivo, puede ser una ruta. En Morelos podría prosperar una organización con esas características. La sociedad civil ha dado muestras de lo que es capaz de hacer cuando se organiza. Las asociaciones que surjan y logren definir un método para seleccionar personas que den certeza a la gente; que logren propuestas novedosas a partir de diagnósticos serios, que tengan atributos de capacidad , honestidad y liderazgo, podrían sorprendernos. ¿Será posible?
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