El tifón Kalmaegi azotó la región central de las Filipinas con lluvias torrenciales, inundaciones y vientos huracanados, provocando un saldo preliminar de al menos 40 fallecidos y dejando numerosos damnificados.

El fenómeno, conocido localmente como “Tino”, tuvo ráfagas de hasta 165 km/h y generó oleajes que superaron los 3 metros de altura en zonas costeras, principalmente en la provincia de Cebu.
En varias localidades, los residentes permanecieron atrapados en los techos de sus casas o entre vehículos sumergidos, mientras las corrientes se llevaban automóviles y escombros por las calles inundadas.

Las autoridades locales informaron que cientos de miles de personas fueron evacuadas o afectadas por el paso del tifón. En la provincia de Cebu, solo, se estima que más de 200 000 viviendas fueron dañadas o inundadas.
Además, un helicóptero militar sufrió un accidente mientras participaba en labores de rescate en Agusan del Sur, región de la isla de Mindanao, con un saldo de seis tripulantes muertos.

Los servicios de transporte marítimo y aéreo sufrieron fuertes interrupciones: más de 180 vuelos fueron cancelados y barcos quedaron varados en puertos debido al mal tiempo.

Filipinas es un país recurrentemente golpeado por fenómenos tropicales; en promedio, recibe unos 20 ciclones al año.

Las autoridades advirtieron que el territorio afectado ya estaba en recuperación tras otros desastres recientes, lo que agrava la vulnerabilidad ante nuevos eventos como Kalmaegi.

Las agencias de gestión de desastres instan a la población a seguir las directrices de evacuación, mantenerse en albergues seguros y evitar volver a las zonas inundadas hasta que se estabilice la situación.
El gobierno filipino también solicitó ayuda internacional para responder a la emergencia y restablecer servicios críticos como electricidad, comunicaciones y rutas de acceso.

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