Minutos después de que Robert Francis Prevost fuera elegido como el nuevo Papa León XIV, comenzó a circular nuevamente un documental peruano del 2024 que reavivó una controversia pendiente: su presunto encubrimiento de abusos sexuales cometidos por sacerdotes cuando fue obispo en Perú. Aunque el Vaticano aún no ha emitido un posicionamiento oficial sobre el tema, el debate ya ha generado tensiones dentro y fuera de la Iglesia.

El reportaje, difundido por América Televisión, recoge los testimonios de varias víctimas, entre ellas Ana María Quispe, quien denunció haber sido abusada a los nueve años por el sacerdote Ricardo Yesquén. Según su relato, su familia confiaba plenamente en el sacerdote, quien aprovechó esa cercanía para agredirla. “Me abrió la puerta, me sentó en sus piernas y comenzó a besarme”, declaró. Años más tarde, en 2022, Quispe buscó justicia dentro de la propia Iglesia y acudió directamente al entonces obispo Prevost. La respuesta que obtuvo, según el documental, fue la siguiente: “El padre Yesquén tiene depresión. No hay nada más que hacer con respecto a tu caso. Te pido disculpas”.

El caso no fue aislado. El reportaje también señala que otras dos víctimas, bajo anonimato, acusaron a Yesquén y a otro sacerdote, Eleuterio Vásquez. Ambos casos habrían sido atendidos por Prevost, pero sin consecuencias significativas para los señalados. Ninguno fue expulsado del sacerdocio; por el contrario, Yesquén fue trasladado a otra comunidad, donde no se conocían sus antecedentes.

En el plano penal, la justicia civil no pudo actuar porque los delitos habrían prescrito. Sin embargo, el hecho de que no se iniciaran procedimientos canónicos contundentes ha sido duramente criticado por activistas y medios de comunicación.

A pesar de la gravedad de las acusaciones, hay voces que defienden al nuevo Papa y advierten sobre una posible instrumentalización del caso. El periodista Pedro Salinas, reconocido por haber destapado el caso Sodalicio —una organización católica peruana disuelta por orden del Papa Francisco tras múltiples denuncias de abuso sexual y psicológico—, ha señalado que las denuncias contra Prevost podrían tener un trasfondo político dentro de la propia estructura eclesiástica.

Salinas argumenta que estas acusaciones no surgen de los sectores progresistas o de las víctimas, sino del ala más conservadora de la Iglesia, interesada en bloquear cualquier figura que represente una continuidad en las reformas impulsadas por Francisco. Según su análisis, el perfil de Prevost como defensor del diálogo, la transparencia y la renovación doctrinal no es bien recibido por ciertos grupos de poder dentro del clero, que habrían aprovechado estos casos, ya conocidos y antes archivados, para deslegitimarlo en el momento más crucial de su carrera.

La diócesis de Chiclayo, donde Prevost ejerció como obispo, emitió un comunicado defendiendo su gestión. Señalan que todas las denuncias fueron enviadas al Vaticano, que se siguieron los protocolos establecidos y que los casos ahora están siendo revisados nuevamente a raíz del escándalo mediático.

Este episodio pone nuevamente en el centro del debate la forma en que la Iglesia Católica gestiona los casos de abuso sexual en su interior. Para muchos, la elección del Papa León XIV representa una oportunidad para retomar las reformas iniciadas por Francisco; para otros, sin embargo, el inicio de su pontificado queda marcado por la sombra de decisiones pasadas que aún exigen justicia.

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