En el vasto panorama de razas caninas del mundo, pocos conocen al Calupoh, un perro mexicano de origen prehispánico que, tras siglos de olvido, está comenzando a ser valorado como parte del patrimonio cultural y biológico de México. Criado a partir de la hibridación entre perro doméstico y lobo gris mexicano, este imponente canino representa una fusión única entre la historia, la genética y la identidad nacional.

 

Origen ancestral

 

El Calupoh no es un invento reciente. Diversos estudios y registros arqueológicos sugieren que ya en tiempos precolombinos existían ejemplares híbridos entre lobo y perro domesticado, especialmente en el altiplano mexicano. Se cree que estas criaturas eran símbolo de fuerza espiritual y conexión con el mundo natural, formando parte de mitologías, rituales e incluso estructuras sociales de las culturas mesoamericanas.

 

Su nombre proviene del náhuatl: “calu” (casa) y “poh” (lobo), lo que podría traducirse como “lobo de casa”.

 

Una raza rescatada

 

A pesar de su antigüedad, el Calupoh fue olvidado durante siglos, y no fue sino hasta la década de 1990 que un grupo de investigadores y criadores mexicanos comenzó un programa de recuperación genética con el fin de reconstruir esta raza. El objetivo no era solo obtener un animal con rasgos físicos distintivos como su pelaje negro intenso, mirada penetrante y complexión robusta, sino también recuperar una parte perdida del mestizaje cultural y biológico mexicano.

 

En 1999, la Federación Canófila Mexicana reconoció oficialmente al Calupoh como una raza nacional.

 

Características del Calupoh

 

El Calupoh puede medir entre 62 y 75 centímetros de altura, con un peso que oscila entre los 30 y 45 kilogramos. Su pelaje oscuro y abundante, similar al del lobo, le otorga una presencia imponente. Sin embargo, su temperamento suele ser noble, leal y equilibrado, lo que lo hace adecuado como perro de compañía, guardia o incluso terapia, siempre que sea criado adecuadamente.

 

Contrario a lo que muchos podrían pensar por su apariencia, el Calupoh no es un animal salvaje ni agresivo. Gracias a su domesticación cuidadosa, responde bien al entrenamiento, es protector con su familia y puede convivir con otros animales.

 

Un embajador cultural por redescubrir

 

Hoy, el Calupoh sigue siendo un secreto bien guardado para muchos mexicanos. Aunque ya hay criaderos responsables en varios estados de la república, la difusión de esta raza aún es limitada. Quienes lo han adoptado no solo se llevan a casa un perro leal y hermoso, sino también un símbolo viviente de la historia profunda del país.

 

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