La actividad física resulta esencial para la salud y el desarrollo de las infancias; no obstante, en Cuernavaca, al igual que en otras ciudades del país, persisten obstáculos que limitan el movimiento de los niños fuera del horario escolar.
Un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) analizó cómo emplean su tiempo libre los menores de entre 9 y 12 años, así como los factores que influyen en su nivel de actividad física. El trabajo de campo se realizó en seis escuelas públicas de Ciudad del Carmen, Cuernavaca y Toluca, mediante entrevistas, cuestionarios y grupos focales con estudiantes, cuidadores, docentes y directivos.
En el caso específico de Cuernavaca, el estudio reveló que la mayoría de los menores no accede a actividades físicas extracurriculares, ya que las escuelas no las ofrecen debido a la existencia de dobles turnos o a la falta de personal. Además, varios directivos consideran que estas actividades corresponden exclusivamente a las familias.
Como consecuencia, una proporción importante de niños permanece en casa después de clases, por lo general viendo televisión o usando dispositivos electrónicos. Algunos colaboran en tareas domésticas, ayudan en negocios familiares o cuidan animales, mientras que otros trabajan en actividades físicamente exigentes o de riesgo, como lavar camiones o elaborar ladrillos.
El estudio también mostró que, fuera de la escuela, solo el 25 por ciento realiza actividad física en casa, 11 por ciento lo hace en la calle y apenas 6 por ciento utiliza parques o unidades deportivas. Ningún menor mencionó participar en programas organizados por la comunidad. La falta de espacios abiertos y la inseguridad fueron señaladas como los principales obstáculos, especialmente en Toluca y Cuernavaca.
EL EJEMPLO
Se confirmó que el entorno familiar influye de manera directa: cuando madres y padres practican actividad física, sus hijos enfrentan menos barreras para activarse. Sin embargo, muchas familias en Cuernavaca enfrentan limitaciones de tiempo o recursos económicos para inscribir a sus hijos en actividades recreativas.
El estudio identificó tres desafíos centrales: la ausencia de programas extracurriculares en las escuelas, la escasa oferta comunitaria de actividades gratuitas o de bajo costo, y las dinámicas familiares que dificultan el acompañamiento de madres, padres o cuidadores.
A pesar del panorama, el estudio también destacó oportunidades, ya que a los niños les gusta moverse, sobre todo si lo hacen jugando y en compañía. Por ello, propuso estrategias como habilitar escuelas más activas, mejorar la infraestructura comunitaria, promover la movilidad activa y brindar apoyo estructural a las familias mediante mejores condiciones laborales que permitan facilitar el acceso a espacios recreativos.
