El consumo de chapulines, escamoles o gusanos de maguey es popular en México, sin embargo, su producción a escala industrial enfrenta obstáculos como la falta de regulaciones claras para su explotación, ya que su manejo tradicional se ha ido perdiendo, pese a que su precio puede alcanzar los dos mil pesos por kilogramo, alertó la académica, Kalina Miranda Perkins.

Durante el Seminario de Etnobiología: Patrimonio Biocultural y Diálogo de Saberes, organizado por el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales, de la UNAM, la académica detalló que lo anterior ha ocasionado que en nuestro país existan pocas empresas dedicadas a su generación, pues la mayoría de insectos son comprados a campesinos que desde hace décadas se dedican a la captura y recolección de estos insectos.

“Se calcula que actualmente dos mil millones de personas en el mundo los comen; sin embargo, las compañías productoras son aproximadamente 200, la mayoría dedicadas a la fabricación de alimento de otras especies animales”, expresó Miranda Perkins.

En su charla “Los insectos en el sistema alimentario cultural” la bióloga por la Universidad Autónoma de Querétaro expuso que en nuestro país carecemos de regulación clara para su extracción, a nivel federal y local, pese a su alto valor económico; además de que su explotación afecta la biodiversidad al disminuir sus poblaciones.

Asimismo, dijo que el gusano rojo, el escamol y el gusano blanco, que tienen alta demanda y sus precios llegan a alcanzar los 2 mil pesos por kilogramo, sufren sobreexplotación; “los nidos son saqueados y no se les dan las condiciones adecuadas para que sigan produciendo”.

Tan solo en la capital de Morelos el precio de los chapulines está desde los $150.00 hasta $180.00 el precio de una ‘sardina’, cuando hace tres años su precio era de $70.00, ya que de acuerdo con los comerciantes el impacto urbano ha encarecido a estos insectos, pues cada día se encuentran menos por el uso de fertilizantes y la expansión de la mancha urbana.

Miranda Perkins recordó que la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y varios grupos de investigadores han evaluado su potencial como alimento, por lo que recomendaron su uso y protección a gran escala por su alto valor nutritivo (proteínas, minerales, aminoácidos, grasas, lípidos que difícilmente se encuentran en otros alimentos y vitaminas), haciendo énfasis en que es necesario y urgente que se regule la producción de comestibles basados en insectos, ya que podrían desaparecer en pocos años.

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