Hace dos semanas les comentaba sobre la gran pérdida que ha tenido la ciudad de Cuernavaca en sus monumentos históricos (construidos después del arribo de los españoles), particularmente su patrimonio arquitectónico, edificado entre los siglos XVI y XIX y el patrimonio arquitectónico artístico de principios del siglo XX. Señalaba que el número de estos inmuebles ha disminuido de forma alarmante en el centro de la ciudad. Asimismo, agregaba que este tipo de patrimonio es importante porque representa un testimonio de la vida, la cultura, las costumbres y la historia de nuestra comunidad durante esa época, además de que simboliza el legado que nos dejaron nuestros antepasados y nos proporciona una identidad colectiva.
Uno de los edificios que se ha perdido fue el Mesón Robles, de Don Ignacio Robles, que se ubicaba en la esquina de la calle de Miguel Hidalgo y Galeana. En este inmueble se alojaron algunos de los liberales que al triunfo de la Revolución de Ayutla (en octubre de 1855), acompañaron al general Juan Álvarez a la instalación de un nuevo gobierno. Seguramente en ese mesón estuvieron: Melchor Ocampo, Ignacio Comonfort, Guillermo Prieto y Don Benito Juárez, entre otros. Posteriormente en este edificio fue utilizado como una maderería que era propiedad del señor Puig Maceras que funcionó entre los años de 1930 y de 1955. Posteriormente fue demolida para dar paso al edificio de la Beneficencia Española que perdura hasta nuestros días.
En la misma calle de Galeana, pero enfrente del Jardín Juárez estuvo el Hotel Madrid, remodelado con tabique rojo prensado, del mismo que se utilizó para el Hotel Moctezuma, elaborado por la “Compañía Manufacturera de Ladrillos de Cuernavaca, S.A.” de Don Ramón Oliveros y Harry Hampson, propietario del ferrocarril de Cuernavaca. Dicha fábrica se encontraba muy cerca de donde estuvo posteriormente el Casino de la Selva. Durante el siglo XIX este hotel se llamó San Pedro y se anunciaba como “Gran Hotel Francés”, dirigido por su propietario Toussaint Vincent. A principios de siglo XX el hotel se remodeló con el tabique rojo y cambió su nombre a Hotel Madrid. En 1931, el hotel paso a manos de la señora Francisca viuda de Cuevas y pasó a ser administrado por Don Serafín Larrea, dueño del Hotel Bella Vista y entre 1947 y 48 el empresario Leobardo S. Ocampo lo adquirió y demolió para construir el Teatro Ocampo.
Otro edificio que desapareció fue el que sirvió de antigua Colecturía de la ciudad, que servía como bodega de almacenamiento de granos, en la calle de Matamoros en donde actualmente está el viejo edificio del Congreso del Estado. Este inmueble en los años treinta del siglo pasado sirvió como cuartel; primero del 4° Batallón y posteriormente del 11° Batallón. En 1945 se desocupó, pues el ejército se mudó a la Zona Militar de Buena Vista. Por mucho tiempo el lugar estuvo abandonado y fue demolido durante la administración del general Rodolfo López de Nava, en 1952. El lugar quedó como un terreno que aprovecharon comerciantes para vender sus productos. Y en 1981, el gobernador Armando León Bejarano lo utilizó para construir en ese lugar lo que se pretendía que fuera el Teatro de la Ciudad, pero al llegar don Lauro Ortega Martínez al gobierno le dio un nuevo destino, como Palacio Legislativo del Estado.
Un inmueble que no ha desaparecido pero que se encuentra muy dañado es la que fue casa particular del gobernador Manuel Alarcón (gobernador de 1895 a 1908), en donde vivó con su esposa Eva Escobar de Alarcón y que cuenta con una fachada con seis balcones y una entrada principal al centro. El edificio es de estilo neoclásico y en esta casona se hospedó el general Porfirio Díaz en dos ocasiones: La primera vez fue el 11 y 12 de diciembre de 1897, durante la visita que realizó para la inauguración del ferrocarril México-Cuernavaca. Y la segunda vez fue a partir de 17 de marzo de 1901, cuando paso varios días en Cuernavaca, después de haber realizado un recorrido por el río Mezcala y Huitzuco, Guerrero, Díaz venía muy enfermo por lo que decidió descansar en Cuernavaca, así que fue recibido por el gobernador Alarcón. Después de la Revolución este inmueble fue adquirido por unos inmigrantes españoles Baltasar García y Teresina Saria, quienes lo convirtieron en el Hotel Palacio, mismo que también fue famoso su restaurante y la paella que hacían. Con los años el hotel dejó de operar y el edificio fue abandonado. Actualmente el edificio es rentado en partes, como locales comerciales.
Otro edificio desaparecido es el Mercado Benito Juárez, mejor conocido como del reloj, que se ubicaba en la calle de Guerrero, al final de la calle Degollado. Construido entre 1909 y 1910 para sustituir el antiguo Mercado Colón. Este mercado fue parte de las obras que realizó la Comisión de Festejos del Primer Centenario de la Independencia, y se inauguró precisamente en septiembre de 1910. Con el tiempo el mercado fue insuficiente para una ciudad que crecía irremediablemente, así que se decidió construir un nuevo mercado al otro lado de la barranca de Amanalco, en el Rancho Bassoco, el Mercado Adolfo López Mateos. Una vez inaugurado ese centro comercial, se procedió a demoler el Benito Juárez en 1964, para abrir un acceso que cruzara la barranca al nuevo mercado.
Desgraciadamente, Cuernavaca sigue perdiendo muchos inmuebles arquitectónicos que son patrimonio de la ciudad, ya sea casas particulares o inmuebles representativos de nuestra ciudad, públicos o privados, por lo que se tienen que tomar medidas para su rescate y conservación.
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