La semana pasada, en la primera parte, hablamos sobre los dueños del Jardín Borda durante la primera mitad del siglo XX, como el señor Francisco Rodríguez y su esposa Soledad Vallejo, que posteriormente se lo heredaron a su hija María Eugenia, quien a su vez lo rentó al señor Carlos Giacomini para establecer el “Hotel Borda Garden´s” y el Restaurant Giacomini. Más adelante, en 1944 el señor Elmer Ray Jones lo compró para operarlo como Hotel “Borda Garden´s Inn”.      

En 1953, siendo gobernador del estado el general Rodolfo López de Nava se realizó una ampliación a la calle de Ignacio Rayón, que entonces llegaba al poniente hasta la avenida Morelos y lo que se pretendía era darle una salida hasta la calle de Álvaro Obregón. Se tuvo que adquirir la propiedad colindante con el Borda del lado norte. La calle no se pudo hacer recta para no afectar el estanque principal y el mirador noroeste del jardín colonial, por lo que se realizaron los trazos necesarios para rodearlos y evitar su daño.

Por esa época, el señor Elmer Ray Jones propietario del Borda, también era dueño de una Agencia de la Wells Fargo, mediante la cual organizaba tours para turistas que visitaban nuestro país, principalmente norteamericanos, por lo que se había convertido en un importante medio para atraer turismo extranjero a Cuernavaca y a Taxco. Sin embargo, para mejorar la rentabilidad de su negocio al señor Jones se le ocurrió construir un edificio de 10 pisos, con lo que se incrementaría el número de cuartos del hotel. 

Este proyecto enardeció a la población de Cuernavaca, pues afectaría severamente la estructura colonial del inmueble. Es entonces cuando el corresponsal del periódico “Últimas Noticias” y también delegado de Turismo Federal, Valentín López González, inició una lucha frontal para que ese proyecto no se realizara. El señor Elmer Jones, molesto, buscó ayuda en la embajada norteamericana quien lo contactó con el licenciado Gustavo Díaz Ordaz, entonces oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, y de quien dependían los Delegados Estatales de Turismo en esa época. Díaz Ordaz decidió confrontarlos para escuchar las dos posiciones. Jones, presentó sus argumentos de hacer mejoras en su hotel para incrementar su rentabilidad; Valentín López le explicó la importancia histórica del lugar, lo que representaba para los morelenses y porqué era importante conservarlo, además de que ya existía una Ley Estatal para proteger el inmueble. Los argumentos eran contundentes a favor de conservar y proteger el Borda, así que Díaz Ordaz le solicitó a Jones no realizar su proyecto.  Jones no quedó satisfecho, estaba muy enojado, pero prometió no construir el hotel. Sin embargo, amenazó con que su agencia no traería más turistas a la ciudad de la eterna primavera, lo cual cumplió. El Jardín Borda no fue dañado, pero el negocio del hotel se vino abajo por el boicot y tuvo que cerrar. Solamente, en algunas ocasiones especiales, el lugar era visitado por los integrantes de la familia Jones. El último administrador del hotel, el señor Enrique Hunter, quien estaba a cargo de la propiedad, tuvo el acierto de contratar de vez en cuando a jardineros y personal para asear y arreglar los pasillos, terrazas, fuentes y jardines. Gracias a esto más o menos se conservó la histórica finca. 

Fue hasta 1964 cuando el Jardín Borda comenzó a reutilizarse, ya que el gobierno lo rentó a la familia Jones para organizar una exposición con el fin de atraer turismo al estado de Morelos. Es al siguiente año cuando se organizó la primera “Feria de la Flor”, evento que pretendía mostrar las flores y plantas que se cultivaban en esta prodigiosa tierra y que además buscaba atraer el turismo hacia esta ciudad. Se realizaron exposiciones, concursos, desfiles, conferencias, representaciones y otras actividades de exhibición. Una de estas actividades fue el certamen de pintura en el “Salón Anual de la Flor”, en el que participaron artistas tanto nacionales como extranjeros. Esta feria se continuó realizando por algunos años más en este jardín. 

Otro importante evento realizado en el Borda durante dos años consecutivos (65 y 66), fue el que organizó la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión (AMPRyT), quien eligió este lugar para que fuera la sede de la entrega de las preseas “Calendario de Oro”, un reconocimiento que se daba a los elementos más destacados del cine, radio y televisión de la República Mexicana.  Gracias a este evento nuestra ciudad recibió a gran cantidad de periodistas, comunicadores, locutores, artistas nacionales, directores, guionistas y otros personajes de los medios cinematográfico y discográfico.

Entre las preseas más destacadas en enero de 1966 estuvo la otorgada a Gaspar Henaine “Capulina”, designándolo como el mejor cómico de la televisión en 1965 y la otorgada al cantante Javier Solís, obteniéndola por el “disco del año 1965”, “Sombras”. Javier Solís murió unos meses después, el 19 de abril de 1966, a los 34 años de edad debido a complicaciones por una operación que tuvo en la vesícula biliar. 

En esta fiesta la madrina fue la argentina, nacionalizada mexicana, actriz, cantante y compositora Rosita Quintana. Asimismo, la premiación se trasmitió por control remoto en Radio y Televisión (vía microondas) y fue conducida por don Pedro Ferriz Santa Cruz, León Michel y Jorge Labardini.

Continuará…

 

Por: Valentín López G. Aranda / valentinlopezga@gmail.com

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