La crónica es una rama de la literatura y es la materia prima de la historia. Si no existiera la crónica, no existiría la historia. La base de la crónica es el hábito de la escritura. El cronista es un escribano. La esencia de la crónica consiste en transformar testimonios orales en testimonios escritos y rescatar temas relegados en el olvido para convertirlos del dominio público; esta es la tarea del cronista. Ser testigo de acontecimientos que son fuente de referencia para escribir crónica. De esta forma se hace crónica, es decir, se pasa de los hechos a la mano de obra, se crea literatura y por consiguiente se hace historia. El cronista es un estudioso de la historia, para complementar sus conocimientos y aportaciones. El cronista es un investigador que escudriña en documentos y se sirve de entrevistas a personas que le aportan valiosa información. Una ciudad rica en tradiciones, costumbres, oficios, gastronomía, sucesos, leyendas, naturaleza, religión, arte y cultura, es una comunidad rica en crónica que fortalece el patrimonio y el turismo. Una ciudad con estos valores es un pueblo con identidad propia, con intereses comunes, con sentido de pertenencia y con memoria colectiva. Estas cualidades constituyen el patrimonio más importante de los ciudadanos de una comunidad como lo es Cuernavaca.

Cuernavaca desde la época prehispánica ha tenido un intenso magnetismo. Cuernavaca fue asentamiento de la primera cultura mesoamericana: la olmeca. Fue cuna donde nació la dinastía de los reyes aztecas cuando la princesa tlahuica Miahuaxóchitl dio a luz a Moctezuma Ilhuicamina. En los albores de la colonia el conquistador Hernán Cortés estableció aquí la capital de su marquesado. Cuernavaca fue sede de los 12 misioneros franciscanos, que construyeron aquí el quinto convento de la Nueva España. Cuernavaca fue la población que atravesó  durante más de 300 años, el camino real que empezaba en la ciudad de México y terminaba en Acapulco. Cuernavaca fue hogar del minero José de la Borda, cuyo hijo Manuel continuó con su obra filantrópica. En Cuernavaca fue donde descansó tres días José María Morelos y Pavón, cuando era el enemigo número uno del gobierno virreinal. Cuernavaca fue una villa conservadora donde se apoyó la dictadura de Antonio López de Santa Ana. Cuernavaca fue el paraíso preferido del poeta Guillermo Prieto, donde vivió sus últimos días. En Cuernavaca se consumó la revolución de Ayutla, motivo por el que esta ciudad fue declarada capital de la República. Fue la población sureña que eligieron para recrearse los emperadores Maximiliano y Carlota. En Cuernavaca fue donde el literato Ignacio Manuel Altamirano demostró ser un valiente guerrero al derrotar a las huestes imperialistas.  Cuernavaca es la capital del estado fundado por el presidente Benito Juárez. Cuernavaca fue beneficiada por el dictador Porfirio Díaz, con obras de progreso. Cuernavaca fue la ciudad fantasma, cuando sus habitantes fueron evacuados por los carrancistas para exterminar a los zapatistas. Cuernavaca fue la ciudad de huertas con aroma de guayaba. Cuernavaca fue la ciudad que resurgió con la presencia de los presidentes Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. En Cuernavaca vivieron  una temporada como refugiados Fidel Castro y el Che Guevara. En Cuernavaca dictaron sus enseñanzas excelentes pensadores intelectuales como Ivan Illich, Erich Fromm y Gregorio Lemercier. Cuernavaca fue la diócesis del obispo Sergio Méndez Arceo, reformador de la liturgia católica y promotor de la teología de la liberación. Cuernavaca fue residencia de artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, quienes dejaron huella aquí. En Cuernavaca el magnate Manuel Suárez construyó uno de los hoteles más famosos de México: el Casino de la Selva. En Cuernavaca es donde existe un santuario dedicado a la Virgen de los Milagros, venerada desde hace 300 años. En Cuernavaca es donde su paradisiaco clima lo generan las corrientes de aire de las barrancas. En Cuernavaca es donde nunca falta el agua gracias a la abundancia de sus manantiales. En Cuernavaca se colocan las ofrendas de Día de Muertos más costosas de México, por tal motivo la UNESCO las declaró patrimonio cultural de la humanidad. En Cuernavaca se escribieron dos libros que hicieron famosa internacionalmente a la capital morelense: la novela Bajo el Volcán de Malcolm Lowry y la crónica Tempestad en México de Rosa King. Además sobre Cuernavaca se han publicado infinidad de libros de autores que básicamente hicieron uso de la crónica, destacan Historias y paisajes morelenses de Miguel Salinas y Cuernavaca visión retrospectiva de Valentín López González. Estas publicaciones  han fortalecido el patrimonio y el turismo cultural de la ciudad de Cuernavaca. 

En tiempos remotos Cuernavaca se llamó Cuauhnáhuac, palabra náhuatl que significa “Lugar rodeado de bosques y selvas”; y no se equivocaron los tlahuicas al bautizarla con este nombre, porque desde hace 500 años Cuernavaca está rodeada de espesos e intrincados montes que hasta la fecha existen y aunque disminuidos, todavía nos brindan el clima tan agradable que ha atraído a infinidad de personas de todo México y del extranjero. Cuernavaca está situada en un valle que pintó José María Velasco desde el Palacio de Cortés. La catedral de Cuernavaca, lamentablemente dañada su parroquia por el sismo del 2017, fue declarada patrimonio cultural de la humanidad en 1994. Cuernavaca no es pueblo mágico, sin embargo a 18 kilómetros al noreste de aquí se localiza Tepoztlán, declarado pueblo mágico en el 2002.

Los invito a visitar Cuernavaca para que se convenzan que aquí tenemos riqueza patrimonial, cultural y turística.

Trabajo leído en el foro regional sobre crónica para el fortalecimiento del patrimonio y el turismo cultural el sábado 17 de abril del 2021.

 

 

Por: Juan José Landa Ávila  / opinion@diariodemorelos.com

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