El líder espiritual del budismo tibetano, Dalai Lama, reafirmó públicamente que habrá una nueva reencarnación tras su muerte, lo que reaviva un tema profundamente político y espiritual en el conflicto entre el Tíbet y el gobierno de China.

A sus 89 años y en medio de preocupaciones sobre su salud y el futuro de su liderazgo, el Dalai Lama aseguró que su reencarnación continuará la tradición, a pesar de los intentos de Beijing por controlar ese proceso milenario. Durante una reciente entrevista, el líder tibetano reiteró que él mismo decidirá los lineamientos sobre su sucesión espiritual.

"Tengo confianza en que habrá una reencarnación. Aunque los chinos no la quieran, va a ocurrir", expresó con firmeza.

Las declaraciones del Dalai Lama vuelven a colocar en el centro del debate la disputa por el reconocimiento de su sucesor. China sostiene que tiene la autoridad para determinar quién será el próximo Dalai Lama, argumentando que este proceso debe realizarse dentro de su marco institucional, lo que ha sido ampliamente rechazado por el gobierno tibetano en el exilio y la comunidad budista internacional.

En 2007, China incluso promulgó una ley que prohíbe la reencarnación de figuras religiosas sin la autorización del Partido Comunista, medida que ha sido calificada como una interferencia política en prácticas religiosas centenarias.

El Dalai Lama, que vive exiliado en la India desde 1959, ha dejado claro en otras ocasiones que su próxima encarnación no nacerá bajo el control del gobierno chino. También ha planteado la posibilidad de que el linaje del Dalai Lama termine con él o que su reencarnación ocurra en otro país, fuera del alcance de Beijing.

Estas recientes declaraciones vuelven a tensar la relación entre el movimiento tibetano y el régimen chino, y anticipan un nuevo capítulo en la lucha por el futuro espiritual y político del Tíbet.

 

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