Cada 7 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha instituida en 1948 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para visibilizar los principales retos sanitarios que enfrenta la humanidad. Este año, el lema “Comienzos saludables, futuros esperanzadores” pone el foco en una problemática crítica: la salud materna y neonatal.
Según datos de la OMS, más de 300,000 mujeres mueren cada año durante el embarazo o el parto, y más de 2 millones de recién nacidos no logran sobrevivir su primer mes de vida. A esto se suman otros 2 millones de partos mortinatos. La campaña de 2025 busca movilizar a gobiernos y comunidades para reforzar la atención primaria, mejorar el acceso a servicios obstétricos de calidad y garantizar el derecho a la salud desde el primer instante de vida.
Sin embargo, este enfoque también visibiliza otros desafíos globales de salud que se han intensificado en los últimos años.
1. Enfermedades No Transmisibles (ENT) una epidemia silenciosa
Las ENT, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer y las enfermedades respiratorias crónicas, representan casi el 75% de las muertes globales cada año. A pesar de ser prevenibles en gran medida, su prevalencia ha aumentado debido a estilos de vida poco saludables: dietas ultraprocesadas, sedentarismo, consumo excesivo de alcohol y tabaco, y estrés crónico.
En muchos países en desarrollo, estos padecimientos se están convirtiendo en la principal causa de muerte, desplazando incluso a las enfermedades infecciosas. Además, el acceso desigual a tratamientos y medicamentos genera una brecha sanitaria cada vez más profunda.2
2. Cobertura Sanitaria Universal (CSU)
Uno de los pilares fundamentales de la OMS es la CSU, es decir, que todas las personas puedan recibir atención médica sin enfrentar dificultades financieras. Sin embargo, en 2025, más de la mitad de la población mundial aún carece de acceso completo a servicios esenciales de salud.
En regiones como África Subsahariana, Asia Meridional y partes de América Latina, las barreras son múltiples: escasez de personal médico, infraestructuras deterioradas, ausencia de seguros de salud y altos costos de medicamentos. La pandemia de COVID-19 también revirtió avances alcanzados durante años, y en algunos casos, se abandonaron programas preventivos y de control de enfermedades no relacionadas con el virus.
3. Crisis humanitarias y sanitarias por conflictos y desastres climáticos
El informe de emergencias de salud de la OMS en 2025 estima que 305 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria. Esta cifra, récord histórico, se debe a una combinación alarmante de guerras, desplazamientos forzados, inseguridad alimentaria y fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones.
En zonas de conflicto —como partes de Sudán, Gaza, Yemen y Ucrania— los sistemas de salud han colapsado. Los hospitales son blanco de ataques, los suministros médicos escasean y millones de personas están desplazadas sin atención básica. A esto se suman brotes de enfermedades como el cólera, el dengue y la malaria, que resurgen con fuerza en zonas sin saneamiento ni acceso a agua potable.
4. Pandemia en materia de salud mental
La salud mental ha cobrado protagonismo tras la pandemia de COVID-19, pero los esfuerzos siguen siendo insuficientes. En 2025, más de 1,000 millones de personas viven con un trastorno mental, y sin embargo, menos del 2% de los presupuestos de salud pública se destinan a salud mental en muchos países. La ansiedad, la depresión y los trastornos relacionados con el estrés afectan especialmente a jóvenes, personas en situación de pobreza y poblaciones desplazadas. El estigma, la falta de profesionales capacitados y la exclusión de estos servicios en los sistemas públicos continúan siendo barreras críticas.
5. Inmunización y resistencia antimicrobiana
La vacunación infantil enfrenta retrocesos en varios países debido a desinformación, conflictos o falta de recursos, lo que ha provocado el resurgimiento de enfermedades que se creían bajo control, como el sarampión y la poliomielitis.
Por otro lado, la resistencia antimicrobiana (RAM) sigue creciendo a niveles alarmantes. El uso indebido de antibióticos en humanos y animales ha generado “superbacterias” que no responden a los tratamientos convencionales. Según proyecciones, para 2050 podrían morir 10 millones de personas al año por infecciones resistentes si no se toman medidas urgentes.
El Día Mundial de la Salud 2025 no solo celebra avances médicos, sino que exige compromisos políticos, inversión sostenida y un enfoque humanitario que priorice la equidad. La salud es un derecho, no un privilegio, y comienza desde el primer aliento.
Como señala el lema de este año, garantizar "comienzos saludables" es esencial para construir "futuros esperanzadores". Pero para lograrlo, debemos enfrentar de forma decidida y colectiva los múltiples desafíos que hoy amenazan la salud global.
