Durante todos los meses del año se ansía la llegada del verano, del calor, de guardar los abrigos y el edredón y empezar a sacar los bañadores, la toalla de plata y las cremas solares para los largos días de playa y piscina. Pero, es cierto, que en verano el cansancio se acentúa y no es una casualidad, sino que hay una explicación empírica al respecto. Y es que, el cuerpo se cansa más en los meses de junio, julio y agosto, porque el cuerpo trabaja en una especie de sobreesfuerzo para regular la temperatura interior para contrarrestar posibles deshidrataciones.
La hora de irse a dormir, por norma general, también varía, y por lo general el reloj ya no marca las once cuando se va a la cama, sino que más bien son las doce o incluso pasada las doce y entrado el nuevo día. Algo que según expertos es normal, dado que las horas disponibles de luz natural son más, lo que permite alargar el tiempo útil del día para disfrutar del ocio y el tiempo libre.
No obstante, en muchas horas del día donde es casi imposible salir a la calle, muchas personas experimentan una mayor sensación de cansancio que puede reducirse entreteniendo al cerebro viendo una serie en el sofá o explorando algunas de las mejores casas de apuestas para estar al día de cómo van los equipos en esta temporada.
Crea tu propia rutina
Está científicamente comprobado por expertos en salud física y mental, que establecer una rutina aporta grandes beneficios al bienestar físico, pero sobre todo, a la parte emocional, porque permite al cerebro estar preparado para las actividades que tiene por delante, sin necesidad de estar en un estado de alerta constante sin saber qué vendrá después.
Además, el cuerpo odia los cambios constantes, porque acaban generando un estrés y agobio que no permite al cuerpo descansar; algo que puede perjudicar incluso a la tensión de los músculos creando las famosas contracturas que en ocasiones dificultan el desarrollo normal del día a día. Expertos insisten en que en periodos vacaciones y de ocio y tiempo libre, también es necesario e importante crear rutinas, aunque simplemente sea una hora estimada de despertarse, el tiempo de desayunar y unas horas dedicadas a cuidar la mente, ya sea leyendo, viendo alguna serie o escuchando alguno de los mejores podcast del momento.
Empieza el día temprano
Sobre todo, en periodo de vacaciones, la alarma se convierte en ese amigo olvidado, aunque muchas veces, el reloj natural del cuerpo hace que te despiertes incluso antes de lo previsto. Pues este hábito es muy bueno, ya que no descontrola el ciclo de sueño del cuerpo, adaptado a la rutina y el día a día del resto del año.
Empezar el día temprano no es un capricho, sino que en las primeras horas del día, sobre todo a partir de la siete de la mañana, después de amanecer, las temperaturas suelen ser más bajas, lo que se puede aprovechar para salir a pasear, ventilar la casa o hacer tareas más cansadas cómo limpiar o cocinar. Y también es un momento idóneo para disfrutar de un rico café o desayuno en la terraza respirando aire fresco y disfrutando de los primeros momentos del día. Incluso, se puede acompañar esta rutina con una onza de chocolate, porque el chocolate amargo tiene múltiples beneficios para la salud.
Hidratación constante
Una de las causas que más acentúa la sensación de cansancio y fatiga es la deshidratación por la cantidad de agua que se pierde de forma natural con el sudor. Muchos nutricionistas coinciden en que al día un hombre debe beber una media de tres litros de agua y las mujeres un poco más de dos litros y medio. Aunque, siempre se puede superar el límite, el problema viene cuando no se tiene la costumbre de tomar al menos dichas cantidades.
Y es que, no solo se pierde agua con el sudor, sino con la propia respiración, la orina y la transpiración, especialmente cuando se está practicando algún deporte o se está en el gimnasio. Un objetivo que muchos expertos recomiendan es beber ocho vasos de agua al día, lo que equivale a unos dos litros. Una medida bastante fácil de recordar, porque a veces se convierte incluso en una especie de reto que debes superar para tener éxito en el día.
Comidas sencillas y ligeras
La dieta es la misma, pero es cierto, que hay determinados alimentos que dan una sensación de ligereza y no de empacho, algo muy necesario en verano dada la pesadez de las altas temperaturas.
La fruta y la verdura son dos opciones perfectas para cuando hace mucho calor, porque tienen un alto contenido en agua, que además de refrescar ayudan al tránsito del organismo. Como la sandía, el melón, la ciruela, el pepino, el tomate, la lechuga en todas sus versiones, la zanahoria o los encurtidos. Y como plato principal se puede optar por un filete de pollo a la plancha para reducir los niveles de grasa; un filete de pescado blanco, o en su defecto añadir huevo duro para cubrir el mínimo de proteína necesaria para cada día.
Y la joya de la corona de cualquier cocina en verano, es el gazpacho o el salmorejo, en función del gusto de cada uno y de si se prefiere una sopa más ligera o plato de cuchara.
