Una mentira repetida un millón de veces, no puede convertirse en verdad, aunque así lo afirmara el legendario jefe de la propaganda en el régimen Nazi, el siniestro Joseph Goebbels. Tras jugarse los Cuartos de Final en el balompié mexicano, siguen con vida Toluca, Tigres y Cruz Azul, de los que terminaron en la parte alta de la tabla y el Monterrey, que dio cuenta de las Águilas del América. Los campeones despacharon a unos mansos Bravos, en un partido de bostezo, en el “Nemesio Diez” para sellar, de esa forma, su pase a la siguiente aduana.
Xolos se metió, con una alineación y un planteamiento de pánico al “Volcán”, solo para ser sacudido y hacer olvidar su jugosa ventaja de tres tantos. Los universitarios del norte, simplemente, los apabullaron. Cruza Azul y Chivas brindaron el mejor cotejo hasta el momento.
El Rebaño Sagrado fue superior en casi todos los rubros del juego y tuvo en sus manos el pase, luego de un discutido y bien marcado, penal a su favor. De lágrima resultó ver a un Javier Hernández desencajado, pálido y medroso tomar la pelota. Luego de unas “dominadas”, la colocó en el manchón y tras el silbatazo de Daniel Quintero, la puso en órbita, para sellar su fracaso personal y una muy triste despedida. En el partido del morbo, entre América y Monterrey, se dio el mejor arbitraje de la Liguilla. César Arturo Ramos Palazuelos hizo valer su jerarquía y, pese al enrarecido entorno, logró entregar muy buenas cuentas. Empecé esta colaboración hablando de falsedades y una de ellas, grande como el Azteca, es que el cuadro de Coapa nunca se queja.
Cada que el equipo pierde, sale su entrenador a repartir culpas, generalmente contra los jueces. Su última declaración, luego de caer ante Rayados a media semana, fue que el arbitraje, (bastante malo por cierto), había sido “una vergüenza”. Los aficionados azulcremas no se quedan atrás, inundando las redes sociales con teorías conspirativas, faltas inexistentes y leyendas urbanas como que es más fácil pitar en contra que a favor de sus colores. Ya del ejército de bots para demeritar a los nazarenos, mejor ni hablamos. Si André Jardine tuviera la vergüenza que expresó en la conferencia de prensa, hubiera dado la cara ante lo que, en las propias palabras de los jerarcas del americanismo, constituyó un fracaso. En lugar de hacerlo, de manera cobarde y calculada, ingresó al terreno de juego, una vez concluida la contienda, para protestar ante el silbante y ganarse la tarjeta roja. Sabía perfectamente que, por ser expulsado, quedaba impedido de estar presente ante los reporteros y representantes de los medios de comunicación. Seguramente seguirá en el timón americanista y repetirá la cantaleta de que, si no son campeones en esa institución, se trata de un fracaso, eso sí, repartiendo culpas. América está fuera porque no supo ganar, firmando un año para el olvido. En cada derrota, seguiremos oyendo sus falaces palabras: acá…no lloramos
