En el curso de la semana pasada, acaparó la atención el hecho de que árbitros mexicanos fueran contratados para dirigir importantes partidos en Arabia Saudita.

Además, se hizo hincapié en la cantidad que podrían cobrar en esa millonaria Liga, que no escatima a la hora de llevar jugadores, técnicos y torneos, no sólo de futbol, sino prácticamente de cualquier deporte.

La tripleta mexicana que estuvo presente en Qatar apenas en diciembre pasado, anduvo por tierras sauditas mostrando su calidad. César Ramos Palazuelos acompañado de Alberto Morín y Marco Antonio Bisguerra han sido invitados frecuentes a dirigir en el cercano oriente.

No es la primera vez que jueces aztecas son requeridos en el extranjero.

Hace muchas lunas, David Espinosa, Rubén Solís y Vicente Alvirde eran convocados para arbitrar en el Ecuador; Jorge Alberto Leanza pitó en la durísima liguilla en Colombia, en los peores años del narco en el futbol; Armando Archundia trabajó en la Liga japonesa antes de su retiro y recientemente, Roberto García Orozco era invitado asiduo en las fases finales del campeonato en Egipto.

Hace unos cuatro años cuando un servidor, en funciones de presidente de la comisión de árbitros, autorizó junto con el secretario general, el contrato de César y su equipo con los árabes.

Sus actuaciones han sido tan convincentes que lo siguen invitando y la verdad, no entiendo los cuestionamientos ante el accionar de un trío de mexicanos triunfadores.

Dicen que nadie es profeta en su tierra. En México se cuestiona constantemente no sólo la calidad de los jueces sino su honradez. Siendo que el arbitraje mexicano generalmente llega a instancias superiores a las de la Selección Nacional en los Mundiales.

Simplemente en el Mundial Femenil recién terminado, fueron cuatro jueces mexicanas quienes estuvieron en la cancha. El Tri de las señoritas no acudió.

Sigo sin entender cuál es el problema de que los nazarenos mexicanos vayan al extranjero. En nuestro país el torneo está parado luego de esa pantomima llamada Legues Cup. Además, se tiene material humano suficiente para solventar las jornadas y Ramos Palazuelos no se va a quedar a vivir en Riad.

Deja un apestoso tufo a envidia que algunos comunicadores cuestionen la internacionalización de nuestros silbantes. Aplaudidos afuera y vituperados adentro. ¡La “Malinche” vive en pleno siglo XXI!

En el futuro no sólo será Arabia y seguramente no siempre César y su equipo. Los árbitros mexicanos se están cotizando y son requeridos y aplaudidos afuera de nuestras fronteras.

Todo esto a pesar de que el éxito deportivo y por qué no, económico, a algunos integrantes de la mal llamada “familia futbolística”, todavía… les saca ronchas.

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