En la Biblia está consignado el derecho a la reparación integral del daño.
No es que el buen Moisés, al recibir las Tablas de la Ley, estuviera inventando los seguros. Simplemente se estableció el “Talión”, que obligaba a los jueces o intérpretes de las escrituras, a imponer un castigo equiparable a la ofensa infligida. Vino luego el más grande de todos y manifestó lo contrario. Si tu enemigo te abofetea en la mejilla, pon la otra, en un gesto de bondad hasta la fecha poco entendida.
Ya ubicados en nuestro tiempo y hablando de futbol, está en boga la discusión en torno a aquellos jugadores que, en la práctica de su deporte y por acción de juego, lesionan gravemente a un oponente.
Hubo una época en que, al más puro estilo de la “Ley del Talión”, la Comisión Disciplinaria tenía la facultad de inhabilitar al agresor por el mismo tiempo que tardara en reaparecer el lesionado.
Esto daba lugar a favoritismos o flagrantes injusticias. Por pura lógica, no en toda lesión o fractura inciden las mismas circunstancias, es decir, puede ser por una entrada de las llamadas de “mala leche”, o un tema simplemente fortuito o accidental.
La “Santa Inquisición”, como se le llamó en una época al comité de sanciones, tuvo una época dorada en nuestro balompié, gracias al conocimiento, valor, caballerosidad y absoluta honestidad de sus titulares.
Uno de ellos fue Aarón Padilla, quién hoy goza la dicha de mirar al Señor a los ojos y el otro, Eugenio Rivas.
Bajo su gestión se reformó el reglamento para poder analizar cada caso de forma aislada e imparcial.
Resulta que en una misma jornada, Rubens Sambueza pisó intencionalmente a Isaac Brizuela, ocasionándole una grave lesión.
Fue castigado drásticamente. En la otra jugada, Andrés “rifle” Andrade, fracturó a Renato Ibarra cayéndole encima con la parte alta de la pierna, casi con la nalga, de manera totalmente accidental. No hubo sanción.
La equidad en estos casos es muy difícil de conceder y más aun, dejar contentas a las partes y al público en general.
Hoy se discuten dos acciones que dieron origen a severas lastimaduras.
El jugador de Dorados de Sinaloa, Luís Ruíz, hizo una dura entrada sobre Christian “Hobbitt” Bermúdez, rompiendo tibia y peroné. Se le impusieron cuatro partidos de suspensión.
Germán Berterame, de Rayados, se barrió por detrás, sin posibilidad alguna de jugar la pelota y rompió a Avilés Hurtado. Su pena es de dos partidos.
Considero que sin caer en la exageración de imponer castigos a diestra y siniestra, con una tabla rasa, las sanciones a este par de elementos se antojan blandengues.
El futbol mexicano es terriblemente indisciplinado, pero no es sucio ni especialmente agresivo.
Por ello, cuando ocurren estas desgracias, volteamos a ver al tribunal para saber si los castigos serán razonables o volveremos, como en el Antiguo Testamento, a cobrar ojo por ojo y…diente por diente.
