Cuando éramos chavos, allá por los 60´s tempranos, irrumpieron en la escena, no solo artística y musical, sino social, un grupo inglés conocido como Los Beatles. De sobra está el análisis de cómo marcaron a generaciones enteras, aunque su duración haya sido aparentemente corta. Aparte de su legado musical, inmenso en obra y calidad, nos heredaron la rebeldía en forma del cabello hasta los hombros para los varones, cosa impensada en esos lejanos y románticos tiempos. Obviamente, los viejos de la comarca ponían el grito en el cielo, hablando incluso en términos peyorativos, aludiendo a que el pelo largo, era patrimonio exclusivo de las mujeres.

Por esos ayeres apareció también la píldora anticonceptiva, lo que marcó un antes y un después, en la forma de dimensionar las relaciones sexuales. A lo que quiero llegar es que, a la inmensa mayoría de mis amigos, por parte de sus padres, en sus colegios y hasta en la iglesia, se les prohibía dejarse la greña. Las redes sociales no existían y cada quién jugaba en su cancha como podía. Hasta que, en México, un querido y admirado amigo, Justino Compeán, organizó un festival de música en Avándaro, que hasta la fecha se conoce como el “Woodstock” mexicano, en comparación al fenómeno vivido en 1969, en esta localidad situada al norte de Nueva York. Ahí, la sociedad le dio el golpe a lo que estaba por venir, con el fresco antecedente del movimiento del 68.

Por cierto, le invito a que vea “Autos, Mota y Rocanrol”, para que comprenda a cabalidad el fenómeno. Mi hermano Eduardo y yo éramos envidiados por nuestro terso cabello que caía, grácilmente, hasta los hombros. Don Arturo Brizio Ponce de León, nos lo permitía, a condición de traerlo cortado con estilo y limpiecito. Los padres Salesianos, en la escuela que forjó mi amanecer y hasta mi atardecer, no hacían bronca y hasta para la foto del Servicio Militar Nacional, bastaba con meter la coleta a la parte posterior del cráneo, para lucir pelón. Una vez en Celaya, en esa época, mientras presenciábamos el partido, junto a nuestro progenitor, un tipo de la tribuna gritó, a voz en cuello: “pinches escuincles greñudos, parecen contrabando de hippies, ¿que no les da su chingada madre para la peluquería? Y Lalo preguntó: ¿a quién le dicen? Mi papá respondió: “seguro a mí”.

Argentina Sub-20 trae a sus futbolistas con idéntico corte de cabello. Debe ser una cábala, por cierto, espantosa. Pero, que bien juegan al futbol. Pese a su edad, superan al rival en todas las manifestaciones. Estrategia, planteamiento, mentalidad, físico, defensa, contundencia, oficio, parecen diseñados para sacar de quicio al rival y ganar de todas, todas. Echaron a Colombia y ahora, enfrentarán a Marruecos en la Gran Final. Hay un enorme trabajo detrás que acá, no se ha sabido hacer. La formación integral del jugador no debe llamarse Gilberto Mora. Si el tema es el cabello, que se ordene pelar a todos nuestros futbolistas de… Casquete corto.

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